Europa pacta un plan para poner un cargador cada 60 kilómetros
La aceptación de los combustibles sintéticos, o e-fuels, a partir de 2035 no es la única noticia que llega desde Europa esta semana. En un acuerdo tomado en plena noche el pasado lunes, el Parlamento Europeo y los Estados miembros acordaron un plan para desarrollar una infraestructura de carga para vehículos eléctricos y de hidrógeno adecuada a los objetivos del bloque, que pasan por que la gran mayoría de coches, furgonetas y camiones, sean enchufables a finales de la próxima década.
Según lo comunicado por el Parlamento Europeo, el proyecto pasa por que los países dispongan de un cargador para coches eléctricos, como mínimo, cada 60 kilómetros de carretera para 2026, y de un enchufe para vehículos industriales cada 120 kilómetros, la mitad de los cuales debería estar operativo para 2028. En canto el hidrógeno, deberá haber un punto de repostaje cada 200 kilómetros para 2031. Con estas cifras, la movilidad eléctrica y de hidrógeno debería estar garantizada, sobre todo si la relación entre cargadores rápidos y lentos es la adecuada.
Desde la UE explican que este acuerdo “manda una señal clara a los ciudadanos y los inversores de que se instalará por toda la Unión Europea una infraestructura de carga adecuada y puntos de repostaje para combustibles alternativos como el hidrógeno”. Este esfuerzo ataca directamente a una de las grandes barreras de la movilidad eléctrica, y del hidrógeno, la escasez de puntos de carga o repostaje que garantice que los usuarios tendrán acceso a la carga cuando lo necesiten.
Un plan sin demasiados detalles
A primera vista, este acuerdo solo puede catalogarse como muy positivo, pero no se han esclarecido demasiados detalles sobre el proceso de instalación de estos puntos, sobre todo en el apartado más importante, el de la financiación de los mismos. Esta norma, según la UE, garantiza que “conducir y cargar un coche de nueva generación es tan simple y sencillo como uno de combustión”.
Está por ver la capacidad de los Estados miembros de la UE para cumplir con el pacto. Cabe recordar que, según datos del Observatorio Europeo de Combustibles Alternativos (EAFO), en 2022 había unos 374.000 cargadores, públicos y privados, desplegados en la UE. Uno por cada 8,71 coches eléctricos -sobre un parque estimado de tres millones de unidades-.
Aunque parece una cifra correcta, el 66% del total se repartía en los Países Bajos, Francia, Alemania, Italia y -fuera de la UE- el Reino Unido, dejando países como España con una cifra corta, de 18.128 cargadores a finales de 2022 según Anfac, y lo que es peor, de baja potencia y muy mal repartidos. A nivel europeo, solo el 12% de los cargadores superan los 22 kW de potencias -a partir de los cuales se consideran rápidos-, mientras que en España la cifra se reduce hasta el 15% -datos del primer semestre de 2022-. En nuestro país, solo el 2% de los cargadores es de más de 150 kW y el 70% están ubicados en las grandes ciudades, dejando provincias totalmente desprovistas y un despliegue medio de un cargador cada 349 kilómetros en las áreas rurales.
De cumplirse el plan europeo, la industria se encontraría con una infraestructura adecuada para sus planes eléctricos, pero viendo el caso de países como España, uno de los grandes mercados europeos, y el camino que queda por recorrer, la falta de detalles sobre cómo se llevará a cabo levanta, de inicio, grandes dudas sobre su efectividad. Veremos.