Historias del Dakar | El estrés causa estragos
El Dakar llega a su final y, como se auguraba en la presente edición, saltan chispas y la carrera puede que no se decida hasta el último instante. El estrés se ha apoderado de la prueba y todas las miradas están puestas en Carlos Sainz y Sébastién Loeb. Ambos se la jugarán en dos jornadas de auténtico infarto, que afrontan separados por apenas 13’ y siendo conscientes que está prohibido conceder el mínimo fallo. La victoria está en juego y la dura partida solo la gana uno.
Se intuía el martes el abandono de Nasser Al-Attiyah, quien se ha fugado del vivac casi sin despedirse. Cabreado por las averías que le han salpicado durante toda la carrera y por verse obligado a hacer de guardaespaldas de Loeb, se fue a casa. Con premeditación, nocturnidad y alevosía.
Veremos como acaba la fiesta porque el catarí tiene un contrato de tres años firmado con Prodrive para correr a partir del 2025 con Dacia y ¡con Loeb de compañero! El abandono de Al Attiyah es noticia porque no había ocurrido... ¡en las últimas 86 especiales del Dakar! Hay que remontarse a la Etapa 4 de 2017 para encontrar su último abandono. Este KO llegó con muchas dudas y después de haber insinuado trato de favor hacia el francés y dejando la sensación que podía haber seguido. No hay duda que su presencia hubiese sido vital para Loeb, especialmente a la hora de gestionar los temidos pinchazos. Ha disputado solo una carrera con BRX y el pentacampeón del Dakar ya se añora de Toyota.
La décima etapa se disputó a un ritmo vertiginoso y esta vez ni Sainz ni Loeb se vieron exentos de los problemas. Está claro que ni uno ni el otro pueden estar tranquilos y los numerosos pinchazos hacen estragos en un momento en el que las mecánicas ya están justas. Mattias Ekström fue primordial para Carlos. La presencia del sueco y de Peterhansel entregados a ayudarle es un plus que no tiene Loeb, sin nadie a su lado y condenado a atacar al máximo.
Carlos Sainz y Sébastién Loeb son dos viejos conocidos, que tienen un gran respeto mutuo. Fueron compañeros de equipo con Citroën en el Mundial de Rallies y también en el Dakar, cuando ambos lucieron los colores de Peugeot, equipo con el que el madrileño ganó en 2018. La rivalidad es enorme, pero deportiva y ambos saben de las fortalezas del rival. No será fácil para ninguno de los dos. El estrés sube y acaba siendo el principal enemigo de ambos, consciente que la mínima concesión puede ser un desastre.