Las limitaciones de velocidad en las ciudades podrían disparar las averías mecánicas
No cabe duda que la limitación de velocidad en las ciudades a 20 km/h y 30 km/h tendrán beneficios en cuanto a siniestralidad y seguridad vial, pero inevitablemente tendrán consecuencias negativas en la mecánica del vehículo, pudiendo multiplicar sus averías.
El elemento que más se va a ver afectado es sin duda el cambio de marchas, puesto que circular constantemente a tan baja velocidad hará que se ruede siempre en relaciones cortas y con constantes cambios entre primera, segunda y tercera, provocando un mayor desgaste de los embragues. Según Euromaster, el especialista en el cuidado y mantenimiento integral del vehículo, la reparación o sustitución de esta pieza mecánica puede suponer un gasto de hasta 2.000 euros.
Rodar constantemente a baja velocidad y con marchas cortas también puede disparar el consumo de combustiblePero tanto o más que los embragues, sufrirán los filtros antipartículas del vehículo. Los límites de velocidad en las ciudades hacen que los coches se revolucionen menos y por menor tiempo, lo que no permitirá al sistema regenerarse, provocando que las partículas contaminantes se acumulen en el sistema de escape y especialmente en el filtro de partículas, pudiendo llegar a dañarlo seriamente. Para que ello no suceda y provoque una factura de al menos 600 euros en el taller, lo más recomendable es realizar labores de mantenimiento como la descarbonización del motor, o algo tan sencillo como salir a carretera para poder revolucionar el motor sin problemas de limitación, y poder usar las marchas largas más tiempo para favorecer la regeneración del sistema.
Otro aspecto negativo de la limitación de velocidad en la ciudad a 20 y 30 kilómetros por hora, aunque no relacionado con las averías mecánicas, es el incremento en el consumo de combustible. El momento en el que un motor requiere una mayor cantidad de combustible es en las salidas desde parado y a bajas velocidad ya que tiene que arrastrar desde cero todo su peso, por ello se requieren marchas más cortas y con mayor fuerza de arrastre. Por ello rodar constantemente a baja velocidad y con continuas detenciones puede disparar el consumo de combustible.
Otro gasto añadido es el que puede derivarse de las multas por exceder la velocidad permitida, ya que va a costar acostumbrarse a rodar a tan baja velocidad por algunos tramos de la ciudad.