Probamos el nuevo VW Golf GTi en el circuito del Jarama
Hay coches que transmiten diversión, emoción y pasión y uno de los elegidos es, sin duda, el Golf GTi. Volkswagen ha lanzado la octava generación del Golf y, como no podía ser de otra manera porque nos acompaña desde 1976 –con el lanzamiento de la primera generación- a la familia se le ha unido el GTi.
Tuvimos la oportunidad de probarlo en el circuito del Jarama, menos de lo que nos hubiera gustado, pero lo justo para entender que estamos todavía ante un coche único que, además de rebosar deportividad, cuenta con una armonía perfecta entre sus prestaciones y el confort.
Diseño espectacular
Como es habitual en los GTI, luce una estética similar a las versiones convencionales, sin grandes apéndices para que se les vea de lejos, pero sí cuenta con detalles que lo convierten en un coche único. Lleva unos paragolpes espectaculares, una entrada de aire frontal en una parrilla rediseñada en forma de panel de abeja que integra las luces antiniebla y un difusor trasero con dos salidas de escape redonda y cromada, que sí son de verdad. Detrás destaca también el spoiler del techo.
Solo sacar la cabeza en su interior nos encontramos con una estética puramente deportiva, que no defrauda. Equipa de serie asientos tipo baquet, añadiendo varios anagramas 'GTI', detalles en color rojo y un volante deportivo multifunción. Obviamente, cuenta con todas las ayudas a la conducción y está totalmente conectado.
Corazón caliente
Pero cuando uno conduce un GTi, y más si es en un circuito cerrado, cargado de historia como es el Jarama, una de las cosas en las que pone más énfasis es en el motor. Tiene un corazón caliente, un dos litros turboalimentado de gasolina, con inyección directa mejorada para alcanzar los 350 bares de presión y capaz de rendir una potencia máxima de 245 CV junto a un par motor de 370 Nm, que asociado a la transmisión DSG de 7 relaciones consigue un 0-100 km/h en 6,3 segundos y una velocidad punta limitada electrónicamente a 250 km/h.
Proporciona, por último, un mejor agarre y mayor estabilidad que el de la última generación. Las suspensiones se han recalibrado, con unos muelles más rígidos, además de otros cambios para conseguir un aumento de rigidez respecto de la anterior generación del 5 % delante y del 15 % detrás. A ellos se le unen un diferencial electrónico XDS, una suspensión adaptativa y una dirección más progresiva y directa con sólo 2,1 giro de volante entre tope y tope. Los modos de conducción que ofrece te permiten configurar un coche adecuado para las circunstancias en todo momento.