Prueba del Audi RS 7, elegancia radical
[gallery link="file" td_select_gallery_slide="slide" ids="81946,81947,81941,81942,81944,81943,81945"]
Audi confía en el A7 para competir en el segmento de las grandes berlinas premium. Posicionado en su gama entre el A6 y el A8, ofrece un enfoque más deportivo que las otras dos berlinas de la firma alemana sin renunciar a una habitabilidad digna de un vehículo familiar y a la exclusividad típica de la marca. En lo más alto de su oferta, desde 146.060 euros, la compañía de Ingolstadt ofrece el RS 7, su variante más extrema.
Ya en su segunda generación, Audi ha apostado por radicalizar todavía más el RS 7, con elementos como una enorme parrilla, más grande incluso que en sus variantes estándar, entradas de aire sobredimensionadas y múltiples detalles, opcionales, como inserciones de carbono en las mismas entradas de aire, los laterales o el difusor trasero, un sistema de frenos carbocerámicos o el uso intensivo del Alcántara en el interior. La unidad probada, con todos los extras, superaba los 200.000 euros y el resultado es un vehículo imponente, más largo que las versiones menos deportivas, supera los cinco metros, y más ancha, 1,95 metros, que encuentra el equilibrio entre la sobriedad y la distinción y la deportividad extrema.
En el interior, como ocurre habitualmente con estas variantes, se mantiene el mismo diseño, aunque se apuesta por el citado cuero Alcántara, el aluminio, los asientos deportivos y las costuras de contraste para lavarle la cara y que, como el exterior, sea más deportivo y agresivo. Cuenta con dos pantallas en la consola central con tecnología háptica que, irónicamente, simula la presión de un botón físico, algo que favorece y facilita su control, y un cuadro de instrumentos digital totalmente personalizable. Llama la atención el extenso uso del piano black y un plástico efecto carbono en el salpicadero, materiales que podrían mejorar teniendo en cuento su precio. Tecnológicamente es sobresaliente, con un sistema de infoentretenimiento intuitivo y sencillo. Es bastante cómodo pese a sus características, su accesibilidad es aceptable y la banqueta trasera ofrece espacio de sobras para dos adultos. Su maletero, de 535 litros es suficiente para casi todo.
Bajo el capó trabaja un motor V8 biturbo que entrega 600 CV de potencia y 800 Nm de par máximo a las cuatro ruedas a través de una transmisión automática de ocho relaciones que se comporta de un modo impecable. Esta configuración, que presenta cifras muy llamativas, es capaz de ser tan dócil como un vehículo más pequeño. Puede ser sorprendentemente cómodo y suave, aunque el V8 siempre está listo para darlo todo incluso en el modo 'confort'. Es muy capaz para el uso diario, aunque un consumo que no baja 12 litros será su lastre.
A velocidades más elevadas y en carreteras reviradas se muestra muy ágil, pese a pesar 2.140 kilos. En los modos deportivos mejora su estabilidad y su respuesta, mostrando una fuerza que llega a dar miedo, sobre todo si se desactivan algunas ayudas. Los frenos cerámicos opcionales son muy contundentes y la transmisión mantiene el coche listo para salir disparado en cualquier momento. Su habitáculo, demasiado insonorizado, eclipsa muchas veces el profundo sonido de su motor pero no impide que la sensación al conducirlo sea la de estar ante un coche, simplemente, salvaje.