Prueba del BMW Serie 7, la máxima expresión del lujo y la exclusividad
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El BMW Serie 7 impone. Es un vehículo que, nada más verlo, piensas “es enorme”. Con 5,2 metros de largo y 1,90 de ancho, es más parecido a una limusina que a una berlina. El Serie 7 es la máxima expresión del lujo y la exclusividad en la firma bávara, un vehículo donde lo importante no son las prestaciones o su rendimiento, sino disfrutar del trayecto en un interior que cuida hasta el más mínimo detalle.
105.800 euros es el precio desde el que parte esta gran berlina alemana, que destaca en su exterior por un diseño sobrio y refinado, que no se aleja del lenguaje estético de BMW, pero omite la mayoría de elementos deportivos. Con una parrilla que, de nuevo, es enorme, el resto de su silueta fluye entre las líneas rectas y los cánones clásicos de las grandes berlinas.
El diseño exterior, en general, es elegante y gustará a muchos, sobre todo entre su comprador objetivo, ya que el público más joven tiene otras opciones en la gama BMW. Sin embargo, ni los más gamberros podrán no sentirse abrumados por el interior del Serie 7. La elección de colores puede sumarle todavía más sobriedad, pero lo cierto es que es un espacio muy amplio y confortable. Los pasajeros traseros contarán con más espacio que los delanteros, además de con pantallas para reproducir contenido multimedia y hasta una tablet con la que configurar, entre otras funciones, el masaje que le darán los asientos.
Admite cuatro pasajeros, en los que el conductor encontrará el ecosistema habitual de la marca formado por la pantalla central y un cuadro de instrumentos digital personalizable. Equipado con los últimos sistemas de conectividad y seguridad, desde el mismo volante el conductor podrá gestionarlo todo. La accesibilidad es correcta, la visibilidad buena y su maletero, de 515 litros, suficiente para los equipajes más exigentes.
¿Te gusta conducir?
En marcha, el motor diésel de la unidad probada, un seis cilindros en línea de 3.0 litros y 286 CV, se comporta de un modo impecable. Su transmisión automática de ocho relaciones contribuye a avanzar siempre con la mayor suavidad posible. Sus suspensiones filtran muchos baches, pero son lo bastante firmes como para jugar un poco con el coche. En el modo sport, el motor es capaz de ser contundente y puede acelerar de 0 a 100 en seis segundos. A velocidades alegres, recupera el buen ritmo rápidamente, gracias también a su transmisión.En general es un vehículo que invita a disfrutar de la marcha, recordando aquel “¿te gusta conducir?” que BMW popularizó a principios de siglo. Aun así, pese a su peso es bastante ágil y permite una conducción deportiva. Todo, con un consumo que se mueve cerca de los seis litros casi todo el tiempo, alargando su autonomía casi 1.000 kilómetros.