Los coches eléctricos han matado el “cero a cien”
Desde el inicio de la automoción, la aceleración de 0 a 100 km/h ha sido el indicativo que separaba a los verdaderos deportivos de los simples coches rápidos. Una cifra que representaba la culminación de años de desarrollo e innovación en motores de combustión. Sin embargo, los coches eléctricos han cambiado radicalmente este panorama, normalizando cifras de aceleración que antes estaban reservadas para los más exclusivos hiperdeportivos.
Un logro que tardó décadas
Para ilustrar lo que significaba alcanzar una buena cifra en el 0-100 km/h, basta con observar la historia de Porsche. Su primer modelo, el 356 1500 lanzado en 1954, necesitaba 14,6 segundos para alcanzar los 100 km/h desde parado con sus modestos 55 CV. No fue hasta 1986, con el Porsche 959 S, que la marca alemana logró bajar de los 4 segundos (3,7 s). Este logro requirió 32 años de avances en tecnología y rendimiento. Y necesitó otros 29 años, en 2015, para que el bajar de los 3 segundos con el 911 Turbo S, que alcanzaba los 100 km/h en 2,9 segundos. Hablamos eso sí, de coches de producción, no de modelos de competición o prototipos.
Ahora, sin embargo, cualquier fabricante de coches eléctricos, incluso sin el legado de marcas como Porsche, puede ofrecer cifras similares en modelos que no requieren más de unos pocos años de desarrollo.
Coches como el Tesla Model 3 Performance o el MG Cyberster ofrecen aceleraciones que compiten con deportivos tradicionales. El Tesla, por ejemplo, logra un 0-100 km/h en apenas 3,1 segundos, mientras que el MG Cyberster lo hace en 3,2 segundos. Incluso modelos más convencionales como el Hyundai Ioniq 5 N (3,4 s) o el Kia EV6 GT (3,5 s) han alcanzado estas cifras con precios que los hacen asequibles para el público general. Otros ejemplos son:
Estas cifras han hecho que muchos se replanteen compras de modelos como los siempre admirados BMW ‘M’, los ‘RS’ de Audi o los ‘AMG’ de Mercedes-Benz, aunque por suerte siempre habrá quien valore más el dinamismo general que la aceleración lineal.
Sin pasado ni experiencia
Marcas con poca experiencia en el mercado han irrumpido con modelos que desafían a los fabricantes más tradicionales. Firmas chinas como Xiaomi y BYD han lanzado coches con cifras de aceleración que dejan boquiabierto a cualquiera. Por ejemplo, el Xiaomi SU7 Max necesita sólo 2,8 segundos para alcanzar los 100 km/h, mientras que el BYD YangWang U9 lo hace en 2,3 segundos. Por no hablar del Tesla Model S Plaid, que acelera de cero a cien en unos ‘spersónicos’ 2,1 segundos.
En el pasado, para conseguir estas cifras habría sido necesario desembolsar cantidades estratosféricas de dinero para acceder a deportivos exclusivos. Hoy, un coche eléctrico de precio razonable puede ofrecer una experiencia similar. Por ejemplo, el BYD YangWang U9 está muy por debajo de los cientos de miles de euros, o incluso millones, que cuestan modelos como el Bugatti Chiron (2,4 s) o el Aston Martin Valhalla (2,5 s).
Eso sí, los deportivos de combustión mantienen su exclusividad gracias a su diseño, ingeniería y rendimiento en circuito. Modelos como el Koenigsegg Gemera (1,9 s) o el Bugatti Chiron son casi coches de competición homologados para carretera, mientras que muchos eléctricos chinos se centran más en la aceleración lineal y en ofrecer interiores cargados de tecnología.
La diferencia radica en que, mientras los hiperdeportivos europeos están pensados para un equilibrio perfecto entre aceleración, paso por curva y rendimiento en circuito, muchos eléctricos están más orientados al “impacto inicial” en aceleración. Esto, combinado con unos precios accesibles, los convierte en una opción atractiva, pero no necesariamente comparable en términos de prestaciones deportivas.
En definitiva, lo que antes servía para medir la valía de un coche deportivo, parece estar perdiendo relevancia. Con tantos modelos eléctricos capaces de ofrecer cifras impactantes en el ‘cero a cien’, este indicador ha dejado de ser un exclusivo territorio de los deportivos. Ahora, cualquiera puede experimentar una aceleración que antes estaba reservada para unos pocos privilegiados. Los coches eléctricos han democratizado la velocidad, y han desafiado a la industria a redefinir cómo medimos el éxito de un deportivo.