Probamos el Alpine A290

Ponemos a prueba la deportividad y autonomía del Alpine A290

Es el primer modelo del “Dream Garaje”, al que acompañarán el A390 y el A110 eléctrico

El pasado mes de noviembre os contamos las primeras impresiones del A290, en una prueba realizada en el Circuito de Mallorca Llucmajor. Por aquel entonces, las sensaciones fueron francamente buenas, y nos dejaron con ganas de más. Y llegó el momento de probarlo en carretera convencional. Fue una prueba exigente, en donde hubo que aplicarse a fondo para lograr la máxima eficiencia. ¿Quién dijo que los coches eléctricos no son divertidos?. Después de esta prueba veréis que la realidad supera la ficción.

El recorrido nos llevaba desde la sede de Renault en Alcobendas, a Segovia, en una ruta de unos cien kilómetros, iniciando el recorrido con algo más de trescientos kilómetros, autonomía más que suficiente como para hacer la ida y vuelta, regresando por la A6. Unos doscientos kilómetros de recorrido, en donde pasamos por todo tipo de carreteras, y de temperaturas.

Alpine A290
Alpine A290

La realidad es que es fácil adaptarse a este A290. El aire deportivo con el que cuenta el vehículo permite disfrutar desde el primer momento, solo con su configuración. Después de colocar la posición del asiento, y de los espejos, tocaba conectar el teléfono móvil, ya que la ruta nos llegó por WhatsApp y había que hacerlo mediante Android Auto. Con todo listo nos pusimos en marcha hacia Segovia, pasando por Colmenar Viejo y Navacerrada hasta llegar a Segovia.

Evidentemente, nuestro estilo de conducción se tuvo que adaptar a hacerlo en un vehículo eléctrico. Un estilo en donde sabemos que el exceso de velocidad penaliza la autonomía, por lo que en autovía nos movimos en los cien kilómetros por hora, y en secundarias a la velocidad de la vía. La posición de conducción es cómoda, y permite disfrutar del viaje. El coche responde a la perfección y se asienta bien en carretera.

Alpine A290

Sin embargo, no todas eran buenas noticias. A medida que subíamos al puerto de Navacerrada, la temperatura comenzaba a bajar de forma drástica, y aparecían las primeras nieves. Y es que ya sabemos que el mayor enemigo de las batería eléctricas de los vehículos es el calor...y el frío. La autonomía comenzó a descender de forma drástica, y cuando coronamos el puerto teníamos poco más de cien kilómetros de autonomía.

Ante esta situación, tocaba aprovechar el descenso hasta Segovia para recargar la batería lo máximo posible, ya que no olvidemos que todavía quedaban cerca de ciento diez kilómetros de recorrido para la vuelta. Fue el momento en el que cobró un gran protagonismo el botón color azul que tenemos en la parte inferior izquierda del volante. Es el de la regeneración de la frenada, y el prolongado descenso era la herramienta perfecta para aumentar la batería.

El interior del Alpine A290

La regeneración cuenta con tres niveles. No podíamos utilizar el más alto, ya que poco menos que nos frenaba totalmente el vehículo, por lo que nos inclinamos por la segunda, que permitía rodar y, al mismo tiempo, recargar la batería. Conseguimos llegar a Segovia con una autonomía de ciento veinte kilómetros, lo que obligaba a un ejercicio de eficiencia para la vuelta.

Cuando introdujimos la ruta de regreso tras la comida, el ordenador de a bordo nos mostraba dos datos preocupantes. El primero que llegaríamos a la sede con una autonomía del 14%, y que nos restaban 120 kilómetros de autonomía y estábamos a 107 de Alcobendas.

Alpine A290
Alpine A290

La verdad es que el regreso fue de lo más divertido. Volvimos a ajustar la velocidad máxima, que ajustamos a los cien kilómetros por hora, incluso cuando rodábamos por la A6. Otro de los elementos que cobró una gran importancia fue el botón de regeneración de la frenada, aprovechando al máximo todas y cada una de las posibilidades que se presentaban. Conseguimos estabilizar el porcentaje final del batería en un 18%, lo que era una buena noticia.

Lo mejor llegó cuando bajamos el túnel de Guadarrama y entramos en Madrid. El juego con la regeneración era constante, y poco a poco ganábamos en autonomía y en porcentaje de batería. Al final, conseguimos llegar a Alcobendas con un 22% de batería y noventa kilómetros de autonomía. Y es que los coches eléctricos son divertidos.

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