Provocadores

None

Según la definición, provocador, como adjetivo, es aquello que incita, estimula o excita. Y también es aplicable a aquello que trata de promover reacciones, actos radicales o revueltas. Pues bien, tanto el Peugeot 308 GTi como el Hyundai i30 N Performance y el León ST Cupra son a todas luces un grupo de provocadores. En el mejor sentido, claro. Y bravo por ello. Provocadores “positivos”, si cabe inventarse conceptos. Ocupan el lugar más alto en sus gamas, y para ello tienen que tirar de estéticas más deportivas, más excitantes, ruedas más grandes y anchas –y caras–, pero sobre todo mayores potencias, que se traducen en más y mejores prestaciones también. Es aquí donde radica su verdadera razón de ser, desmarcándose también en cuanto a precios. Pueden actuar de familiares sin problema, aunque, para quien prime más esa función, dentro de sus respectivas gamas existen excelentes opciones. Estos corren más y son más duros. También hacen gala de un equipamiento alto, aunque lo mejor de esto es que se especializan como los mejores atletas en cosas tan necesarias como los autoblocantes delanteros o los distintos modos electrónicos para adaptar diferentes parámetros, como respuesta del motor, cambio, dirección y amortiguación, y hasta ruido. Todo estímulo, queda claro. Y ninguno malo, solo alguno mejor que otro, porque también cuentan con reglajes específicos, prestaciones de primera y, sobre todo, plantean un nivel de conducción alto para cualquiera que se atreva un poco con ello, no se necesita ser un experto como en algunos coches de tracción trasera y potencia similar a la de estos.

Tres presentaciones

Parte de ese carácter provocador está en cómo se presentan estos coches. Es relativa novedad la carrocería de tres volúmenes del i30 N Performance, 12 centímetros mayor que la del primer i30 N Performance, y con más maletero. También pesa un poco más, aunque, como luego veremos, no afecta al comportamiento, ni a las prestaciones ni a lo que yo creo más importante: las sensaciones. El i30 Fastback N Performance tiene el mismo motor de 275 caballos de potencia final, va especialmente en conducción deportiva y en cuanto a precio se sitúa en el centro de estos tres coches. No supera en esto al Peugeot 308 GTi, excelente ejemplar también. Y al ser el N Performance tiene cosas exclusivas. En el otro extremo está el León Cupra. La carrocería ST es la familiar, que, como le pasa al Hyundai con respecto al “normal”, no afecta demasiado a su cualidades dinámicas frente al León de 5 puertas convencional; no afecta nada de hecho. De los tres, el León es el más pesado en la báscula, pero también es el más potente y a la sazón el que más corre acelerando. Además, es el “rebelde” de este trío, pesa más, sí, pero tiene tracción total (4Drive) y además el cambio DSG de 7 velocidades. Es la mejor arma posible. Ninguno de los demás le bate, así de sencillo, aunque haya que pagar más por todo eso, 38.930 euros, frente a los 36.250 del Hyundai y los 32.050 del Peugeot. Y en el medio, por así decirlo, el excelente también Peugeot 308 GTi de dos volúmenes, para muchos la verdadera carrocería deportiva de esta historia, aunque para gustos los colores. Aunque quizá si fuera en 3 puertas, que no existe, sería verdaderamente cierto. Pero esa es otra historia. Aquí, por cumplir con las normas anticontaminación más recientes “y eso”, el Peugeot 308 GTi pasó de 270 a 263 caballos con el motor de “solo” 1,6 litros, además de añadir ligeros retoques estéticos, como la parrilla y poco más, y elevar un poco el par, como para compensar. Lo cierto es que el 308 GTi resulta deportivo, no ha mermado en nada sus prestaciones racing y es el más cómodo de los tres. Comparado con los otros dos, tiene un precio imbatible, y no por ello se queda atrás en equipamiento. Chapeau!

Asfalto y curvas, jueces y parte

No nos hemos andado por las ramas. En los tres coches hemos optado por los reglajes más deportivos y/o duros. En el Hyundai i30 N Performance hay dos botones directamente en el volante. Pulsando el que está más a la izquierda, se pueden seleccionar los modos Eco, Normal y Sport, y con el otro, con una banderita pintada, los mejores modos para nosotros: N y N Custom, donde todo se vuelve más duro y hace que las cosas pasen más rápidas, en definitiva, los más deportivos. El coreano dispone de una función llamada Rev Matching, que también se puede desconectar, pero que no lo hemos hecho, encargada de dar un toque de gas en cambios descendentes. Mola bastante y es práctico. Lo dicho, en el Peugeot el modo Sport y en el Seat el Drive Profile. Así, el Hyundai es más duro que el Peugeot, y casi como el León. Una gozada en cualquier caso. Sorprende cómo va el Hyundai i30 Fastback N Performance en carretera. Su pisada y aplomo son como los de los mejores. Fuerte y firme. Va recto y en curva el tren delantero aguanta mucha presión antes de dejar que las ruedas vayan por libre, que subviren. Copian el asfalto y se agarran a él muy bien, dejando un paso por curva verdaderamente alto, con una suspensión de dureza variable que es muy efectiva, una dirección que no solo transmite, sino que además es la más directa, y una sensación verdadera de apoyo enorme. Una gozada, todo sea dicho. Así armado, este tres volúmenes coreano, que como te decía antes es algo más grande que el i30 N de 5 puertas “sin culo”, va prácticamente igual de bien que este en carretera, porque ofrece las mismas excelentes sensaciones. Es un producto a escoger si lo que se busca es una carrocería distinta en este sentido, sin que pierda el brío de un motor potente. Además de una dirección muy directa, y deportiva, la acción del autoblocante, como en los otros coches, se hace indispensable, como en el Peugeot, que es el otro de tracción delantera. Sin este elemento, serían muy deportivos también, pero ingobernables con estas cifras de potencia en el eje delantero. El Peugeot 308 GTi es el menos potente, aunque muy poco por debajo del i30 N Performance, por eso está al mismo nivel. Aceleran casi lo mismo y, como tracción delantera que son, se conducen con mucha sencillez. En el modo más duro de las suspensiones, el Peugeot 308 GTi es más cómodo, menos duro. Es muy efectivo también en trazados de muchas curvas, con un tren trasero más fácilmente obediente si se sabe jugar con él. Esa insignificante merma de caballos no ha significado en absoluto pérdida de personalidad, y el 308 GTi sigue siendo todo un referente. El Hyundai quizá le supera un poquito en grado deportivo, pero porque tira de reglajes más fuertes. Habría que medirlos en un circuito con un buen sistema de cronometraje para salir de dudas. Lo que sí es cierto es que el León ST Cupra está por encima. Que a nadie le eche para atrás esta carrocería, que a mí en particular me encanta y que Seat vende casi tan bien como la otra del León. Es el más pesado del trío, entre otras cosas por la tracción total y el cambio automático, pero su nivel de agarre en curva está avalado igualmente por un chasis espectacular en cuanto a comportamiento. El español y sus 300 caballos, acompañado del cambio DSG de 7 velocidades, puede llegar a ser el más cómodo y uno de los más duros, como el Hyundai. Es el más rápido, el mejor asentado de atrás y encima al que se le puede sacar el mejor partido al motor con las levas en el volante. Dispone también de frenos potentes, y eso hace que, junto con la dirección bastante directa, te atrevas a afrontar los virajes con una sensación de poder espectacular, sencillamente. Es de reacciones rápidas, precisas y seguras. No defrauda en absoluto, es un acierto seguro. En una teórica confrontación en circuito, o subida cronometrada, y siempre a mi juicio, creo que ganaría el Cupra. Quizá no al principio, pero haría valer un todavía mayor y más rápido paso por curva, muy seguido del Hyundai, que en aceleración también estaría muy pegado, y muy cerquita de este, si no a la par, el Peugeot 308 GTi. La elección, si me preguntaran con cuál me quedaría, tendría que ser como la de esos jurados populares de Estados Unidos cuando tienen que emitir un veredicto, encerrándose y meditando mucho.

Preferencias de privacidad