Nueva Skoda Slavia B

La mítica Skoda Slavia B renace como una café racer venida del futuro

El diseñador Romain Bucaille reinterpreta la histórica motocicleta de Laurin & Klement

Skoda ha decidido mirar atrás, pero no por nostalgia, sino por inspiración. Su nuevo proyecto de diseño parte de la historia más pura de la marca: las bicicletas y motocicletas que fabricaban a finales del siglo XIX bajo el nombre de Laurin & Klement. Y la primera reinterpretación de esta serie de iconos históricos no podía ser otra que la Slavia B, la motocicleta con la que empezó todo.

Este ejercicio de estilo no es un producto de catálogo, sino una visión artística. Un concepto, eso sí, cargado de simbolismo. El diseñador francés Romain Bucaille, que trabaja en el departamento de diseño exterior de Škoda, se ha encargado de dar forma a esta nueva versión. Lo ha hecho desde una perspectiva muy personal, combinando su formación en ingeniería con su pasión por las motos y el diseño industrial.

La Slavia B original se presentó en 1899 junto con la versión A. Montaba un sencillo motor de 240 cc refrigerado por aire, sin caja de cambios, y se ayudaba de pedales tanto para arrancar como para avanzar. Alcanzaba los 40 km/h. Hoy esa cifra parece anecdótica, pero entonces era toda una proeza. De hecho, en 1901 un piloto de fábrica, Narcis Podsednícek, logró terminar la carrera París-Berlín siendo el único que cruzó la meta con una moto... también una Slavia B.

Bucaille ha querido capturar todo ese legado en una moto que, aunque no tiene motor de combustión, mantiene la estructura y la identidad visual del modelo original. El bastidor, por ejemplo, envuelve el espacio donde iría el motor, dejando ese hueco vacío como homenaje. En el centro de ese vacío flota el logotipo de Skoda, suspendido entre tubos metálicos. Es una imagen poderosa.

El diseño parte del estilo Modern Solid, el nuevo lenguaje visual que Skoda está aplicando a sus próximos modelos. Eso se traduce en superficies limpias, bordes rectos, cierta geometría en el perfil y detalles funcionales. Pero también hay elementos que hablan de la historia de la moto: como una pequeña bolsa de herramientas de cuero integrada en el chasis, que recuerda aquellas pruebas de resistencia en las que un piloto debía ser también su propio mecánico.

El asiento, elevado y desconectado del cuerpo principal de la moto, aporta un toque moderno, casi conceptual. Y la división clara entre la parte delantera y la trasera, marcada por una línea vertical, subraya esa dualidad entre pasado y futuro que tan bien ha conseguido el diseñador. No es una moto para circular. Pero invita a imaginar.

Todo el proceso comenzó con bocetos a mano. A Romain le costó volver a dibujar motos después de tanto tiempo centrado en coches, pero encontró en el papel una forma de liberar ideas sin filtros. Luego llegó el modelado 3D, que hoy forma parte habitual del trabajo en Skoda Design. En total, creó tres versiones diferentes. La final es una combinación de lo mejor de cada una.

Romain lleva en Skoda desde 2018. Estudió primero ingeniería, luego diseño. Se crió en Francia, fascinado por los coches y por los programas de motor que veía en la televisión. De pequeño coleccionaba revistas y soñaba con ser diseñador de automóviles. Hoy, con este proyecto, ha tenido la oportunidad de conectar con esa pasión original. Y, al mismo tiempo, reinterpretar una parte esencial del ADN de Skoda.

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