Toyota Land Cruiser, vuelta a los orígenes
No todo el mundo ve en la modernidad una evolución, menos aún cuando hablamos de coches todoterrenos. La electrónica llegó al segmento de los 4x4 para hacer la vida más fácil al conductor, pero también se perdió cierta esencia por el camino. Un espíritu aventurero y capaz que Toyota ha querido recuperar en el nuevo Land Cruiser, un modelo que bebe del diseño original de su icono para el off-road. Han pasado 70 años, pero su imagen está más viva que nunca y vamos a repasar si su interior cumple con las expectativas.
Unas promesas que infunde inevitablemente con su estética, capaz de trasladarte al pasado con el toque necesario de modernidad y atemporalidad. Se trata de un modelo bello por su historia, pero también por el claro reflejo de su funcionalidad, dureza y robustez. Los voladizos cortos y su figura cuadrada es clave para ofrecer una conducción óptima en los peores escenarios, además de contar con piezas fácilmente sustituibles en caso de daños.
En octubre de 2023 se abrirá la preventa del nuevo Toyota Land Cruiser, así que las primeras unidades llegarán a mediados de 2024. Esos modelos montarán un bloque turbodiésel de 2.8 litros con 204 CV de potencia y cambio automático Direct Shift de 8 velocidades. Se trata de un bloque compatible con el biodiésel HVO100, una alternativa que cuadra con el compromiso de la firma nipona con la reducción de emisiones.
Eso sí, en el mercado europeo funcionará mejor otra opción MHEV (tecnología microhíbrida) de 48V que llegará a principios de 2025. Por ahora, el primero en llegar será el First Edition, una edición limitada para Europa a 3.000 unidades que incorpora detalles específicos como los faros frontales redondos y dos acabados exteriores con carrocería bitono.
Un legado intacto
Sea como fuere, hemos empezado por la motorización para centrar el tiro en lo verdaderamente interesante de este Toyota Land Cruiser: su diseño. Este todoterreno tiene sus orígenes en los años 50 con la aparición del Toyota BJ, al que siguieron el J2 y los míticos BJ40 de principios de los 70. Han pasado siete décadas y la misión del Land Cruiser ha sido siempre la de conquistar los lugares más complicados del planeta, afrontando los entornos más adversos para demostrar su durabilidad, fiabilidad y capacidad 4x4.
En esta nueva generación, desarrollada sobre la plataforma GA-F de Toyota, mide 4,920 m de largo por 1,98 m de ancho y 1,87 m de alto, con una distancia entre ejes de 2,85 metros. La apuesta por esta estructura le concede un rendimiento off-road excepcional, al tiempo que mejora el manejo del coche en las pistas asfaltadas. Según la firma, el bastidor es un 50% más rígido, por lo que la respuesta, el tacto de conducción y el confort de marcha son superiores.
Un poco de modernidad
La reputación del Land Cruiser se forjó cuando no existía tanta electrónica, lo que no está reñido con introducir ciertos avances como la dirección asistida eléctrica. Es el primero de la saga en montarla con el objetivo de reducir las sacudidas fuera pista, pero también en convertirlo en un coche funcional y fácil de conducir en cualquier carretera. A este cambio se le suma la intervención del EPS para disponer del mantenimiento de carril, uno de los ADAS que incorpora el Toyota Safety Sense.
Para los apasionados de las aventuras fuera del asfalto, el nuevo Land Cruiser tiene una nueva barra estabilizadora frontal (Stabiliser with Disconnection Mechanism) . Eso sí, es un mecanismo que se puede desconectar mediante un botón del salpicadero, creando una personalidad única para los terrenos complicados y otra para las vías más corrientes.
Un comportamiento al que sacar máximo provecho con el Monitor Multiterreno, que se vale de una cámara y una pantalla de alta resolución para ofrecer una visión despejada del área justo alrededor y debajo del vehículo. El Selector Multiterreno, por otro lado, ajusta el tarado de las suspensiones y la respuesta del acelerador en función de la adherencia.
Esta aparición de la electrónica se refleja también en el diseño del habitáculo, disponible en configuración de cinco o siete plazas. Sigue siendo un interior parco y clásico, con una clara apuesta por las figuras horizontales que generan sensación de espacio y facilitan el acceso a la botonería. Además, promete un campo de visión total gracias al enorme parabrisas y la baja altura de la cintura del vehículo.