Nos subimos al minibús autónomo de Renault en París
Cuestión de fe. Sí. Mucha confianza. También. Pero sobre todo, ganas de dar un salto hacia el futuro. La semana pasada tuvimos la oportunidad ‘exclusiva’ de probar una de las últimas propuestas tecnológicas enmarcadas dentro de la Renaulution de Luca de Meo: la conducción autónoma.
De hecho, uno de los principales lugartenientes del máximo dirigente de Renault, Josep María Recasens, ya nos advirtió hace meses que esto de la movilidad ya no va solo de vehículos eléctricos sino que va de tecnología. Y eso es lo que nos propuso Renault, unir tecnología, fe, futuro y vehículo eléctrico: una experiencia a bordo del modelo de autobús autónomo desarrollado conjuntamente con la empresa WeRide.
Este vehículo, con capacidad para nueve o diez pasajeros, estuvo circulando por las calles de París durante varias semanas. En un recorrido de unos cinco kilómetros, pudimos comprobar la gran capacidad que tiene esta tecnología para sortear vehículos en marcha, integrarse perfectamente en la red viaria, detectar peligros, peatones y obstáculos, interpretar todas las señales y actuar como un vehículo más.
Se trata de un modelo de minibús eléctrico adaptado a la ciudad, robotizado y basado en la plataforma del Renault Master. Dispone de una batería de 97 kWh y tiene una autonomía que oscila entre los 150 y los 200 kilómetros. La distancia que podría recorrer el vehículo en una jornada. Este tipo de transporte, que sería ideal para los llamados autobuses de barrio (dado su tamaño y autonomía), permite desplazarse cómodamente cubriendo las necesidades de los usuarios a nivel de movilidad.
Radares de precisión
Para conseguir mantener la seguridad en este tipo de tecnología autónoma, el ‘Robo Minibus’ de Renault dispone de seis radares Lidar de máxima precisión distribuidos por el vehículo, además de equipar 10 cámaras que consiguen crear un perímetro fidedigno y real de la zona.
Podríamos decir que mapea al detalle cada obstáculo, peatón, señal y circunstancia a lo largo del trazado del recorrido. Circula, adelanta (obviamente con el intermitente), frena, acelera y busca siempre el camino más eficiente para poder cubrir las paradas establecidas. No choca y tampoco se amedrenta. En el recorrido por las calles de París pudimos dar fe de ello.
El gran obstáculo siguen siendo las normativas que van ligadas a la conducción autónoma pero que, superada la experiencia, creemos que deberían evolucionar. Sí es cierto que el coche autónomo tiene un problema de base, que a la mayoría de la gente le gusta conducir, y el primer coche autónomo del mundo sigue siendo el taxi convencional.
El plus puede llegar en los niveles de seguridad que ofrece esa tecnología de la que nos hablaba Josep María Recasens. Esa tecnología que, o nos ponemos a ello como hace Renault, o acabaremos comprándosela al ‘ese chino’ que va corriendo por ahí desarrollándola mientras en Europa solo pensamos en salvar el planeta.
Investigación
Renault Group lleva varios años realizando experimentos para definir la mejor respuesta a las necesidades de los entes territoriales, como el proyecto Mach 2 anunciado en 2023, que consistirá en una flota de miniBuses eléctricos automatizados que se integrarán, a partir de 2026, a la red de transporte público de la metrópolis de Châteauroux (Francia).
Según Gilles Le Borgne, vicepresidente de la marca del rombo, son vehículos «más flexibles, y podrían circular los siete días de la semana, las 24 horas del día con total seguridad . Los costes adicionales de la robotización y la automatización podrán compensarse con la ausencia de operadores a bordo. Bastaría con una simple supervisión remota para operar una flota de vehículos. Podemos ponerlos en la calle mucho antes del final de esta década y proponer una oferta muy pertinente de miniBuses autónomos y descarbonizados para satisfacer las crecientes necesidades de los territorios», admite.