La prohibición del coche diésel dispara los impuestos
La demonización del diésel comienza a dar sus frutos. Y no nos referimos a que haya mejorado la calidad del aire ‑más bien todo lo contrario puesto que se ha elevado el CO2 en la atmósfera‑, sino que se ha incrementado notablemente la recaudación de impuestos por parte del Gobierno.
Según datos de la Agencia Tributaria, la suma por el impuesto de matriculación en enero de este año alcanzó los 48,67 millones de euros, lo que supone una subida del 31,5% en comparación con los 37 millones de euros ingresados en el mismo periodo de 2018.
Lo lógico sería pensar que este aumento se debe a que se han vendido más coches que el año pasado, pero lo cierto es que no fue así:en enero de 2018 se matricularon 101.661 vehículos, frente a los 93.546 del pasado mes. ¿Cómo puede ser que se haya recaudado más con una caída del 8% de las ventas en este periodo? Pues es sencillo, gracias a la demonización del diésel.
Los coches gasolina, que se han postulado como limpios, eficientes y sostenibles frente a los contaminantes diésel, resulta que emiten más emisiones de CO2, precisamente el gas sobre el que se basa la cuantía del impuesto de matriculación que cabe aplicar a cada modelo.
En enero de 2018 el mix de ventas entre coches gasolina y diésel era del 51,7% frente al 41,8%, respectivamente. Tras la campaña de demonización del diésel, y en tan sólo un año, este mix se situó en un 60% a favor de la gasolina y un 28,9% para el diésel. Este cambio de tendencia ha hecho que la cuota media del impuesto de matriculación en el primer ejercicio de 2019 sea de 502 euros por unidad, lo que supone una subida de un 39,8% respecto a los 358 euros de enero del año anterior.
Gasolina sí o sí
El segundo aspecto de la demonización del diésel que afecta a nuestro bolsillo tiene que ver con la incorrecta compra del automóvil. Se ha bombardeado tanto informativamente a la población con un mensaje en contra del este combustible, que muchos compradores han adquirido un gasolina en contra de sus propios intereses. El miedo a no poder entrar en las ciudades con su coche, ha hecho que muchos usuarios que recorren más de 20.000 km al año ‑cifra con la que diésel ya es mucho más rentable‑ hayan comprado un gasolina, con la consiguiente penalización económica que supone el mayor consumo de este tipo de vehículos.
Sólo los diésel viejos son
“malos”
La campaña en contra del diésel obviando la palabra “viejos” cuando se refiere a estos motores, ha hecho que los compradores huyan de este tipo de carburante, ante el temor de que en poco tiempo prohíban la entrada de estos vehículos a la ciudad, cuando lo cierto es que las restricciones se basan en cifras de emisiones y no en tipo de carburante. A día de hoy los motores diésel no sólo son más eficientes que los gasolina, sino que además emiten menos CO2.