Escapadas al volante: miradas infinitas
Galicia es tierra de contrastes. Tierra, mar y aire se funden en una simbiosis perfecta que genera fenómenos como los acantilados que visitamos en la ruta que hicimos a los mandos de la Clase V de Mercedes-Benz
No fue difícil elegir la ruta para hacer nuestra primera escapada al volante. Galicia ofrece numerosas alternativas para visitar, y en esta ocasión nos hemos decidido por descubrir los acantilados que encontramos en la ruta por la costa, entre las localidades de Cedeira y Cariño, en la costa norte de las Rías Altas. Una ruta de poco más de veinte kilómetros, pero con numerosas paradas obligatorias que nos van a exigir mucho tiempo para poder disfrutarla. Más complicado fue elegir el vehículo que utilizaríamos en la ruta, y es que al conocerse nuestros planes todo el mundo se quiso apuntar, y al final nos juntamos siete personas para esta experiencia. Después de analizar numerosas alternativas, nos decidimos por la Clase V de Mercedes-Benz. Un vehículo amplio, cómodo y con capacidad para seis pasajeros. Nos decantamos por un motor 220d con 163 CV de potencia, que mueve el vehículo con mucha soltura, empujando desde la parte más baja del cuentarrevoluciones, con unas recuperaciones envidiables. Si a ello unimos el cambio de marchas de doble embrague de 7 marchas de la marca 7G-Tronic Plus, que tiene la bonita capacidad de anticiparse a nuestros pensamientos, la combinación de ambos consigue que el vehículo no acuse para nada que viaja con siete adultos con sus respectivos equipajes. La amplitud y modularidad de los asientos es uno de los aspectos fuertes del modelo elegido. Los siete adultos viajamos muy cómodos, y es que precisamente la propia modularidad de los asientos, unido a la apertura lateral de las puertas traseras, hace que el acceso a la tercera fila de asientos sea muy fácil. Además, se nota que hay detrás mucha inversión en el desarrollo de los asientos, que se adaptan perfectamente al cuerpo, minimizando la fatiga que provoca un largo viaje.
Época Medieval
Cedeira es nuestro punto de partida. Situada al norte de A Coruña, la villa marinera invita a un paseo a pie a través de sus estrechas calles del casco antiguo.Después de pasear por el puerto o el Paseo Marítimo, nos subimos a nuestra Clase V para iniciar la ruta. Metemos nuestros equipajes, y el maletero resulta más que suficiente para el equipaje de siete adultos, teniendo en cuenta que la carga, en esta versión, se debe de realizar más en vertical al disponer de siete plazas. Tomamos la DP-2205 hacia la Avenida do Sagrón, y tras pasar la Avenida de Ares nos dirigimos hacia la DP-2205, que nos abrirá el camino hacia nuestra primera parada en San Andrés de Teixido. Desde luego, la elección del vehículo ha sido un acierto. Las carreteras son estrechas, y el radio de giro de la dirección de la Mercedes-Benz Clase V es sobresaliente, consiguiendo que pese a su tamaño sea especialmente manejable en estos espacios reducidos. Mención especial merece el equipo de música, Burmester, que es excelente, logrando que los viajes sean todavía más amenos. El camino transcurre entre frondosos bosques en donde el verde es el color predominante. Es un recorrido que invita a disfrutar de las vistas, sin prisas, sin velocidad, respirando profundamente para dejarse llevar por los perfumes de la Galicia más atlántica y, por supuesto, detenerse para captar instantáneas de un paisaje único. [caption id=attachment_9251 align=alignnone width=696]
Galicia Mágica
San Andrés de Teixido es una pequeña aldea que alberga el santuario del mismo nombre y es una muestra de la Galicia mágica, de sus embrujos y hechizos. El santuario es parada obligatoria de los peregrinos, siendo el segundo que más recibe tras Santiago de Compostela. Dice la leyenda, que vai de morto quen non foi de vivo, va de muerto quien no fue de vivo. Y lo hará como alma en pena, en forma de algún tipo de insecto. Los romeros tenían la costumbre de tirar una piedra en los túmulos o milladoiros, montones de piedras que los romeros van dejando en lugares determinados cerca de un santuario, cruces de caminos, parajes sagrados, etc. Las piedras de los milladoiros dice la leyenda que hablarán en el Juicio final para decir qué almas cumplieron con la promesa de ir a San Andrés. [caption id=attachment_9249 align=alignnone width=696]
A Vixía de Herbeira
Continuamos nuestro recorrido por la DP-2005 hasta nuestra siguiente parada, que es la conocida Garita de Herbeira, justo a los pies de la Praia da Pescadoira. Es el punto de mayor altitud de la sierra de A Capelada, a 615 metros de altitud. Su privilegiada configuración, que forma un acantilado de caída libre al mar lo convierten en uno de los más relevantes del litoral del continente europeo. Desde el punto más alto las vista son indescriptibles, pudiendo vislumbrar con gran nitidez la costa atlántica de Galicia, y en especial las puntas de Tarroiba y Robaliceira, además de admirar la magnífica costa agreste que se encuentra en las proximidades de San Andrés. A los pies del acantilado y en el punto más alto, encontramos La Garita de Herbeira, una construcción de piedra con techo abovedado de unos quince metros cuadrados y data de principios del siglo XIX, que formaba parte de unos puestos de vigilancia costera y marítima a lo largo de toda la cosa gallega. [caption id=attachment_9252 align=alignnone width=696]
Cabo Ortegal
Llegamos a Cabo Ortegal, punto y final de nuestro día. Es el segundo cabo más septentrional de la península Ibérica, solo superado por Estaca de Bares. Forma parte de la Ría de Ortigueira, y debido a sus características forma parte de la Costa Artabra por su extraordinario valor geológico, morfológico, ornitológico, y por supuesto paisajístico. Las vistas son impresionantes. De frente, tenemos los tres aguillóns, tres peñascos afilados constantemente erosionados, donde los percebeiros arriesgan día a día su vida para conseguir percebe. Al este está Estaca de Bares, el punto más al norte de España y al oeste los acantilados van ganando en altura sobre el Océano Atlántico. Por detrás del faro está el Monte Gargacido, de 348 m cuyos acantilados se precipitan al mar delante de nuestros ojos. [caption id=attachment_9250 align=alignnone width=696]