Ford Puma ST mHEV: menos potencia, pero idéntico corazón
Las siglas ST de Ford son el preludio de una jornada de diversión con sentido común. Los ingenieros de Ford Performance no exprimen sus motores para dotarlo de caballos porque sí, trabajan la puesta a punto y su chasis para que, con la fuerza suficiente, tu sonrisa no desaparezca en ningún momento. Es la misma fórmula que trasladaron al Ford Puma ST en su momento y, pese a la introducción de la electrificación en su nueva versión, sus 170 CV y etiqueta ECO conceden muchos motivos para su compra.
Efectivamente, la eficiencia tiene su coste y, en este caso, ha sido una disminución de caballería. El Puma ST que renació en 2021 lo hizo con un propulsor 1.5 de 200 CV, un juguete para mayores que nos recordó automáticamente al Fiesta ST por su chasis agresivo, divertido y carácter desenfadado. Parecía imposible mantener el nivel en esta nueva era de sostenibilidad y preocupación por el medio ambiente, pero la sorpresa ha sido mayúscula.
Menos potencia, pero también menos consumo
Este rara avis cuenta con el bloque 1.0 EcoBoost Powershift, por lo que es un tricilíndrico con el apoyo de una batería de 48V y un pequeño motor eléctrico de 10 CV. Este empuje se deja sentir, especialmente, en los instantes de aceleración o desde parado, pero no consigue igualar las prestaciones del anterior. Acelera de 0 a 100 km/h en 7,4 segundos frente a los 6,7 del de 200 CV y llega únicamente con cambio automático de doble embrague con siete velocidades.
Esta electrificación supone una disminución del consumo, que tras nuestra prueba se mantuvo sobre los 6,5 l/100 km. Eso sí, alcanzó rápidamente los 7 l/100 km durante los tramos de evasión y curvas.
Nueva etiqueta ECO
Además, la microhibridación mantiene el tono picante del Ford Puma ST, pero también lo convierte en el adecuado si estás pensando en adquirir un coche con etiqueta ECO para sortear las futuras restricciones de las ZBE. La microhibridación es la novedad más polémica de esta versión, pero comporta una serie de ventajas fiscales y de accesibilidad a las ciudades europeas.
Mismo chasis
Pero si realmente existe un motivo para recomendar el Ford Puma ST MHEV es su comportamiento dinámico y las sensaciones que otorga al volante. Gracias a su puesta a punto sientes cada decisión tomada y su respuesta es clara, directa y concisa. Tanto la dirección como la suspensión nos recuerdan a la de un superdeportivo, hasta el punto que su tosca amortiguación se hace incómoda para el día a día.
Un detalle que cualquier petrolhead valorará como un punto positivo, más aún tras comprobar la estabilidad que esta dureza otorga a altas velocidades. Las curvas se redondean a nuestro paso, con una solvencia digna de ir sobre raíles y no a bordo de un SUV del segmento más compacto.
La frenada es un aspecto muy personal y a cada conductor le gusta a su manera. Sin embargo, este Ford Puma ST destaca por una pisada algo irregular y brusca al inicio del pedal. A bajas velocidades, el coche se detiene con solo un roce, pero no consigue mantener esa eficacia al ir más rápido y exigir una desaceleración completamente aplomada.
Compacto pero suficiente
Unas medidas que se mantienen idénticas pese a la introducción de la batería y el motor eléctrico, con 4,22 metros de largo por 1,80 m de ancho y 1,53 m de alto. Es el tamaño ideal para moverse cómodamente por la ciudad, aprovechando su distintivo medioambiental, al tiempo que nos escapamos a un puerto de montaña revirado y complicado.
El maletero de 456 litros de capacidad es el mismo y, pese a que el habitáculo no destaca por amplitud y espacio, este hueco sí me ha parecido un punto a favor para el Puma ST e incluye el MegaBox. Este cajón bajo el piso, que está recubierto en plástico, ofrece 80 litros extras para llevar objetos sucios e incluso limpiarlos gracias al sumidero del suelo.
Diseño deportivo, pero no gamberro
El Ford Puma ST pasará desapercibido para aquellos que no entienden de coches y eso es un punto positivo para muchos. Solo algunos verán las llantas de 19 pulgadas tras las que se ven unas enormes pinzas rojas y los discos ventilados de 325 mm delante y 271 mm atrás. También podemos identificarlo por el splitter frontal, en el que está la inscripción Ford Performance, o la chapa al abrir la puerta de conductor y copiloto. La zaga luce un alerón adecuado, que no exagerado, y la doble salida de escape.
El sonido mejora al activar el modo Sport, dado que se abren las mariposas del escape por completo, se cuela algo de sonido por los altavoces e incluso nos concede algún que otro petardeo. No es un sonido gutural, pero da el pego y genera sensación de deportividad. Como también lo hacen sus asientos tipo baquet, que además recogen de maravilla incluso a personas de tamaño más pequeño.
Algo malo debía tener
El precio de los vehículos está alcanzando el estatus de “obsceno” y la unidad probada ronda, con los extras de packs de aparcamiento y sistemas de ayuda a la conducción, los 38.885,99 euros. Es un buen pellizco, pero más duele reconocer que por ese precio no encontrarás otro coche deportivo, divertido y con etiqueta ECO.