TraveSeat 2019: Seat 4 Ebre, disfrutando del cariño del Seat 600
Cuando Seat nos propuso hacer un par de etapas de la TraveSeat de éste año, al volante de uno de los extraordinariamente restaurados 600 de su Colección de Clásicos no nos lo pensamos, allí estaríamos. Lástima que cuando aceptamos, lo hicimos sin mirar la agenda –uno no titubea ante semejante oportunidad-, con lo que despejar esos días fue una auténtica odisea, pero ¿quién quiere ir a Frankfurt a conocer uno de los coches más esperados del año, cuando tiene la oportunidad de hacer más de 300 kilómetros al volante de la historia viva de la automoción en nuestro país? ¿a quién se le ocurre pasar un par de días al volante de un coche sin aire acondicionado, en plena ola de calor sin llevarse unos míseros pantalones cortos? ¿quién está dispuesto a concentrar el trabajo de una semana difícil en sólo dos días?
¡Pues a nosotros! Y, antes de contarles más, les diremos que ha merecido la pena, y mucho. Es tanto el cariño que los usuarios del 600 reparten a su paso, tanto el afecto que los estupefactos viandantes devolvían a los ochenta y nueve 600 de la caravana y tan sorprendente lo que sólo 21 cv pueden hacer, que volver a subirnos a un moderno compacto –lo de meter 5ª fue un "choque de trenes"- con más de 100 cv, para volver a casa y escribirles esto se ha hecho bastante duro.
TraveSeat surge de un viaje que hicieron 15 personas a bordo de sus queridos 600, tanto se divirtieron y tan grata fue la experiencia que la única manera que se les ocurrió para mejorar la siguiente "aventura" fue abrirla al público, a todo aquel que tuviese un 600, ganas de conducirlo y de pasárselo bien. Así, y lejos de querer montar un Club, con todos los trámites que ellos conlleva, se constituyeron en Asociación y lo que tenía que ser un viaje para 15 coches, acabó siendo la primera TraveSeat, con 54 inscritos.
La idea llegó a oídos de Seat España y, a través de su departamento de Coches Históricos decidió apoyar la idea, aportando su infraestructura técnica (difusión, camión de asistencia, mecánicos, etc.). El éxito fue tal que a la primera edición: 2 Mares en Seat 600 que unió Barcelona con San Sebastián, siguió una segunda: AniverSeat, coincidiendo con el 60 Aniversario del Seat 600 y que les llevó de Madrid a Barcelona. El año pasado celebraron EnSeatmanda en Baleares, éste ha sido la Seat4Ebre siguiendo el curso del río Ebro desde su nacimiento, hasta su desembocadura y, el año próximo –la idea es celebrar una TraveSeat por año- recorrerán el Camino de Santiago en Galicia.
Así las cosas, nosotros nos apuntaríamos en la segunda parte del recorrido –ésta edición se ha celebrado en cinco etapas- desde Zaragoza hasta el Delta del Ebro. Y allí estábamos, a primera hora de un calurosísimo martes, dispuestos a "lo que hiciese falta" y, como ya hemos dicho, sin pantalones cortos… Seat había traído un 600D Descapotable, un 600E, un 800 –algo así como un 600 Limousina, con idéntica mecánica, pero con batalla alargada y cuatro puertas- y la entrañable Formichetta, la variante furgoneta que modificaba el carrocero SIATA, y nos preguntaron cual de ellos queríamos conducir. Pues…¡todos!, así que comenzamos con el D Descapotable, con la intención de ir cambiando de modelo a lo largo del recorrido.
Ponerse al volante del 600, un 600D de 1963 –por poco, pero aún más viejo que nosotros- es un viaje al pasado, al coche de mi tío Salvador, donde junto a mi tía, dos de mis hermanos y mis dos primas –si, 7 en total- nos íbamos cómodamente a la playa. La puerta se abre al revés, el volante, de cálida baquelita es enorme –la mano izquierda casi roza la ventanilla- y contamos con 25 cv SAE -21 cv DIN, escala que se utiliza en la actualidad- para mover el conjunto. La verdad es que el coche está impecablemente restaurado y que funcionaba tan bien como el primer día. Así que, ante nuestra sorpresa, atacamos la empinada rampa de salida del garaje y el pequeño "pelotilla" nos pide, incluso la 2ª, antes de "hacer cumbre".
Salimos al congestionado tráfico urbano de Zaragoza para ver como nuestro 600 se desenvuelve bastante bien y comienza una de las cosas que más nos conmovieron durante el viaje: la simpatía de los viandantes, todo eran sonrisas, aplausos, guiños y vítores a nuestro paso. Si el ambiente de cordialidad y compañerismo de entre los participantes era plausible, la interacción con el entorno era fantástica: "¡yo tuve uno!", "¡es igual que el de mi abuelo!", "¡qué chulo!", y es que, éste fue el coche que motorizó a nuestro país, el Coche de España, todos hemos tenido, subido o paseado en alguno.
Está fue la auténtica magia de la TraveSeat, no el sorprendente rendimiento de las cuatro unidades, o lo que nos divertimos hilando curvas en las empinadas carreteras de montaña, midiendo muy bien las fuerzas y frenos de nuestras entrañables monturas, o lo precioso de los parajes que atravesábamos –las autopistas están acabando con las preciosas rutas de nuestra red víal-, sino un espíritu realmente emocionante. Bravo por Seat, Viva el 600!!!!
Por cierto, y hablando de cosas serias, esperamos la llamada para hacer El Camino de Santiago del año que viene, esto es altamente adictivo.
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