Un clásico con casi un siglo a sus espaldas: El Citroën 2CV cumple 75 años
En 1948, en el Salón del Automóvil de París, se esperaba con expectación la llegada de un nuevo modelo de Citroën. El runrún que venía escuchándose en el mundillo del motor apuntaba hacia un vehículo pequeño y práctico, pensado para el campo, y que contaría, por supuesto, con tracción delantera.
Nadie pensaba en grandes alardes técnicos o estéticos, pero Pierre Boulanger -Director General de la marca francesa por aquel entonces-dejaría a todos más que sorprendidos con la llegada del Citroën 2CV.
Un coche para todos
Pese a su “target” popular, Citroën no reparó en medios para desarrollar este modelo, y es que pensaron toda clase de innovaciones tecnológicas y de diseño: se ensayaron brazos de suspensión de magnesio, se probaron puertas circulares e incluso colocaron unos faros inspirados en las luciérnagas.
El aligeramiento del vehículo pasó a ser una obsesión: el techo era de tela, las ventanillas de mica y la carrocería de aluminio ondulado, rechazándose los prototipos que ofrecían demasiado confort. El único capricho se concedió en la tapicería, en la que se atendió la recomendación de la esposa de Boulanger.
Fiel a sí mismo
El 2CV era un coche sencillo, el cual, a pesar de sus modificaciones con el paso de los años, consiguió mantener su esencia hasta el final de sus días, allá por 1990. Sus pilares básicos de cara al consumidor eran la facilidad para ser fabricado, su precio asequible, y su sencillo mantenimiento, lo que le convirtió en un completo reclamo para las clases populares.
Poco a poco este pequeño fue incorporando motorizaciones más grandes, lo que proporcionaba una mayor cilindrada y potencia, pero siempre fue capaz de mantener unos consumos muy bajos y una ligereza más que característica de este modelo, ya que no fue hasta los años 80 que necesitó incorporar los frenos de disco en sus ruedas delanteras.
En un primer momento el Citroën 2CV estaba disponible únicamente en forma de berlina descapotable, pero dos años más tarde de su estreno, en 1950, también se ofrecería la versión furgoneta, de cara a una conducción más práctica y mirando hacia el sector agrícola.
Aterrizaje en España
Más allá del gran éxito que tuvo (vendió más de 5 millones de unidades), en nuestro país tuvo un papel esencial para desarrollar la industria de la automoción gracias a la fábrica de Citroën Hispania, en Vigo, que abrió sus puertas diez años después del estreno del modelo francés.
En España el modelo que empezaría a comercializarse sería el 2CV en su versión furgoneta, pero después también comenzarían a verse por las calles de Galicia las versiones turismo. La marca francesa producía en Vigo buscando la barata mano de obra y la posibilidad de introducirse en un mercado que, como era de esperar, lo acogió con los brazos abiertos.
Las características de este vehículo lo hicieron prácticamente un habitual en las carreteras de nuestro país, y es que no sólo fue adquirido por particulares sino que, el 2CV furgoneta de color gris fue el vehículo más habitual de organismos como Correos y Telégrafos y la Compañía Telefónica Nacional de España.
Este pequeño guerrero francés también llegaría a hacerse un hueco en las filas del parque automovilístico del Ejército español, y es que las unidades de montaña del Ejército y la Guardia Civil se hicieron con varios Citroën 2CV Sahara, un 4x4 con dos motores: uno en las ruedas delanteras y otro en las traseras.
Evolución y avance
Las distintas generaciones de este modelo fueron, poco a poco, ganando más adeptos. Gracias a participaciones en el cine como la que tuvo lugar en 1967 con “Sor Citroën”, protagonizada por Gracita Morales, la sociedad española comenzó a sentir simpatía por el vehículo francés, al que encontraban polivalente, sencillo y barato.
Los colores del 2CV comenzarían a variar también con el paso del tiempo, pasando de ofrecer solo el tono gris a una gama de colores mucho más vivos como el rojo o el amarillo. Además, también se hicieron algunas series especiales, como el Sport, el Charleston o el Cocorico.
Los cambios más notables que pudieron apreciarse en su evolución fueron el sentido de apertura de las puertas o la tercera ventanilla lateral que incorporaban algunas versiones. Por lo demás, solo nos encontramos con algunos pequeños cambios en faros, paragolpes o parrilla, manteniendo la esencia ligada a la evolución.
Su lado más salvaje
Sus características “off-road” lo hicieron ideal para andar campo a través y ser el compañero perfecto para aquellos pastores que pasaban su día a día fuera de casa. Y es que pese a sus limitadas prestaciones, el 2CV tuvo una fuerte vertiente deportiva, con ejemplos como el campeonato 2CV Cross, que a día de hoy se sigue disputando en Francia.
Además, organizados por la marca, se realizaron grandes raids como el París-Kabul-París de 1970 o el Raid África de 1973 (8.000 km a través del Sahara) en el que miles de jóvenes de varios países europeos, entre ellos España, ponían a prueba su habilidad al volante, su pericia mecánica y su capacidad para adaptarse a las diferencias culturales.
El adiós a un modelo histórico
El Citroën 2 CV se mantuvo con salud de hierro durante los años 70 y 80, pero las reglamentaciones medioambientales y de seguridad fueron limitando sus ventas en cada vez más países. Además, su fabricación seguía siendo manual, por lo que su coste se disparaba frente a los modelos de la época, en los que la mecanización y la robotización tenían un papel cada vez más importante.
Tras el cierre de la fábrica de Levallois-Perret en los años 80, el Citroën 2 CV pasa a fabricarse en Mangualde donde, a las 16:00 horas del 27 de junio de 1990 saldría el último de su estirpe, tras 41 años de vida comercial y un enorme historial de ventas.
Un legado eterno
No obstante, el del Citroën 2CV es uno de esos casos en los que más de uno se pone nostálgico cuando ve a uno de estos pequeños circulando por las carreteras de España. Este mítico e inconfundible modelo sigue removiendo las emociones de muchos, y más cuando se hacen pequeños homenajes como su versión Playmobil.
Si algo queda claro es que el Citroën 2CV fue, es y será una de las mejores caras de la marca francesa y que, aunque pasen los años, su legado será eterno.