El coche autónomo es una realidad y circula en Londres

Nissan es uno de los impulsores de ServCity, un proyecto que ha puesto en circulación un Robotaxi autónomo.

En las películas de ciencia ficción los coches vuelan al tiempo que el conductor se echa una cabezadita al más puro estilo Blade Runner, incluso puede cedernos el control para una persecución como en Minority Report. Como es habitual, la realidad supera la ficción y el coche autónomo no es un artilugio del futuro: es el presente y está circulando por Londres. Es la conclusión de mi primera experiencia como usuaria de un Nissan Leaf dotado del nivel 4 de conducción autónoma y en este artículo os explicaré las primeras impresiones. En este reportaje podéis descubrir las diferencias, y capacidades de los coches, en función de su nivel de conducción autónoma.

El Leaf es solo una porción, la móvil, de un proyecto llamado ServCity, que tiene lugar en la capital británica y que ha encontrado en la política un gran aliado. El Gobierno británico ha financiado, junto con socios del consorcio de la ciudad, un fondo gubernamental de 100 millones de libras, administradas por el Centro de Vehículos Autónomos y Conectados (CCAV) y ejecutados por la agencia británica de innovación (Innovate UK).

Este apoyo público es notorio, pero no sería suficiente para llevar adelante un programa que requiere de la empresa privada y su experiencia en el ámbito de la tecnología. De ahí que otros agentes, como Nissan, sean claves en un plan que ya suma tres años con colaboradores como Connected Places Catapult, TRL, Hitachi Europe, la Universidad de Nottingham y SBD Automotive. Cada una de estas compañías aportan su granito de arena, patente en la base Smart Mobility Living Lab (SMLL) de Greenwich y que hemos visitado con la excusa de probar, en circulación abierta, un coche autónomo.

Eléctrico sí, pero sobre todo autónomo

Para el fabricante japonés, participar en ServCity es fundamental a la hora de cumplir con la visión Nissan Ambition 2030, encargada de marcar los pilares de una movilidad segura, sostenible y accesible. En el primer paquete destacan el mantra de las cero víctimas, algo que solo se podrá conseguir con la aplicación completa de la conducción autónoma. De ahí que su Nissan Leaf 100% eléctrico, es decir, sostenible, sea la punta de lanza de un proyecto de investigación que nos ha dejado boquiabiertos.

No es la primera vez que subo en un coche que circula solo, pero sí la única que lo hago en un entorno de circulación abierta y, menos aún, en una ciudad como Londres. El tráfico de la capital británica se asemeja al de cualquier ciudad europea: caótico, denso y con muchos parámetros a tener en cuenta. Moverse con un coche es, incluso para un humano, todo un desafío. Motivo de más para que mi jornada arrancara con ciertos nervios, no voy a negarlo. Por suerte, y por normativa europea, el Nissan Leaf debía contar con un conductor pendiente de cualquier imprevisto (con las manos cerca del volante) pese al Nivel 4 del que es capaz el coche.

Además, ServCity no es cosa de dos días, llevan tres años y más de 2.575 kilómetros recorridos con el Nissan Leaf como socio principal de su plan. Tras las pruebas por carreteras rápidas, como autovías y convencionales, han dado el salto a la zona donde se encuentra el Smart Mobility Living Lab (SMLL) en Greenwich.

Desde este centro acceden a una de las claves del proyecto: la conectividad con la infraestructura de la ciudad. Efectivamente, nos controlan y cada movimiento es grabado por cámaras de tráfico, pero eso no es nada nuevo. Lo que sí es una novedad del proyecto ServCity es que dicha infraestructura se comunica con el coche para sumar información a lo captado por el coche. El prototipo del Leaf tiene cuatro láseres (LiDAR), un radar, nueve cámaras, una antena y seis ECU que procesan la información para derivarla a otras dos centralitas del coche.

Sorprendentemente natural

Días antes de mi experiencia en Londres hablaba con un taxista que me preguntó al respecto: ¿Cuánto tardará el coche autónomo en llegar? Lógicamente, sufre por su puesto de trabajo. En ese momento respondí convencida: ¡Mínimo una década! Pero ya no lo tengo tan claro y os explico el porqué.

La tecnología va por delante de la política y el prototipo, como tal, es una realidad funcional, segura y natural. No es necesario que todos los vehículos que circulen por las carreteras sean autónomos, quedó demostrado el día de la prueba. La implicación de los diferentes socios ha permitido crear un coche capaz de tomar decisiones seguras e incluso mejores que las de un humano, dado que recibe información de retenciones o coches estacionados a metros de distancia o tras un cruce, algo que el ojo de un conductor no ve.

Sin embargo, lo más sorprendente de todo no fue la tecnología en sí, más bien la humanización de esta. El Nissan Leaf se movía por el tráfico de Londres como lo haría cualquier humano, cambiando de carril de manera fluida, frenando progresivamente e incluso invadiendo parte del carril lateral para superar un obstáculo.

Esperaba una conducción on/off con preferencia a decisiones extremadamente seguras, pero me parecieron de lo más aceptables y solo en el acceso a las rotondas fue más precavido de la cuenta. La realidad fue que las maniobras de la máquina eran muy parecidas a las nuestras, sin frenadas bruscas o esperas innecesarias. ¡Incluso se saltó un par de semáforos en ámbar! Dicho esto, me gustaría tranquilizar a los taxistas del mundo. La responsabilidad en caso de accidente con un coche 100% autónomo es el gran escollo de su legalización, algo que no parece avanzar en los despachos de la Unión Europea y que marcará un antes y un después para esta tecnología.

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