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El futuro del coche eléctrico avanza, lentamente, pero avanza

El mercado del vehículo 100% eléctrico alcanza en España un escaso 5% mientras que la media europea llega al 20%.

El futuro del coche eléctrico se escribe con ‘P’ de Progreso, con ‘P’ de Planeta, pero también con ‘P’ de Paciencia, con ‘P’ de Pausado, con ‘P’ de Poco a Poco. La electrificación es una necesidad dentro de un futuro marcado por la movilidad sostenible, y el coche eléctrico es la gran estrella de esta transformación social. El cambio al vehículo 100% eléctrico es comparable a la propia revolución industrial porque se trata, sin duda, de un camino de no retorno. La evolución de la movilidad ha llevado a gobiernos, ciudadanos y empresas a dar un giro mental para salvaguardar el planeta, poniendo al medioambiente en el foco de las políticas.

La necesidad de avanzar hacia la reducción de los combustibles fósiles ha llevado al sector de la automoción a apretar las tuercas tecnológicas y, desde hace ya un par de décadas, a avanzar hacia la descarbonización de sus productos y del negocio. El principal escollo que se está encontrando esta revolución de la movilidad sostenible es la implementación del coche eléctrico como solución para todo el mundo por igual. La producción de este tipo de vehículos está en marcha, los fabricantes han hecho los deberes. La legislación también está sobre la mesa, los políticos se han encargado de ello, pero en su intento de salvar el planeta han cometido el error de no analizar las posibilidades reales de los consumidores (en adelante los usuarios) para acceder a esta tecnología. Y, lo más importante, poder utilizarla con facilidad.

Desde 1888

La tecnología para el coche eléctrico existe, y desde hace muchísimos años. De hecho, el primer coche eléctrico llegó en 1888 (Folcken Electrowagen), solo dos años después de que Karl Benz patentara el primer coche de combustión interna (Benz Patent-Motorwagen), y el primer récord de velocidad lo obtuvo un vehículo propulsado por baterías 100% eléctrico, el Jamais Contente en 1899 con Camile Jenatzy.

La producción en cadena impulsada por Henry Ford en 1908 y el auge del petróleo (con el descubrimiento de nuevos yacimientos) provocaron el freno a la producción de coches eléctricos prácticamente hasta entrado el siglo XXI. La rentabilidad del coche de combustión era superior y mandó hasta la irrupción de fabricantes como Tesla, que se adjudicó la ‘paternidad’ de los eléctricos modernos en 2008. En los últimos 17 años la escalada eléctrica ha sido lenta pero constante y hoy, tecnológicamente, no tienen nada que envidiar a los modelos hermanos de combustión.

Producción en masa

La industria del automóvil dispone ya del conocimiento necesario para implantar en masa el coche eléctrico, pero hay dos aspectos que determinan que aún no haya despegado por completo. Primero: el precio de las baterías, ya que actualmente representan la mitad del valor del vehículo. Segundo: la falta de infraestructura. Los fabricantes han cumplido con la demanda de los gobiernos (básicamente europeos) de producir vehículos eléctricos, el problema viene ahora cuando no los están vendiendo todo lo bien que esperaban. De hecho, el presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) y presidente de Seat y Cupra, Wayne Griffiths, reconoce que “no hay plan B: para poder fabricar coches eléctricos en España se tienen que vender coches eléctricos en España”, en referencia a las adjudicaciones de plataformas eléctricas a las fábricas españolas.

$!Fabrica de coches eléctricos de Volkswagen en Alemania

Las cifras de ventas de coches eléctricos en España suben con cuentagotas. De ahí que el camino del coche eléctrico en España se escriba con ‘P’ de Paciencia, de Poco a Poco y de Pausado. Actualmente solo representa apenas el 5% del mercado anual, una cifra que ha crecido muy despacio en los últimos tres años. Mientras, la Europa más tecnológica apunta maneras y la cuota de coches eléctricos en su mercado tiene cerca del 20% de media, con algunos países como Noruega, donde el año pasado sus ventas de coches eléctricos supusieron más del 70% del mercado nacional. Los motivos anteriormente citados del precio y de la infraestructura siguen lastrando el coche eléctrico en nuestro país.

Normativas ambientales

Desde los gobiernos se apuesta por legislar, limitando emisiones con la normativa Euro 7 y fijando en 2035 el límite de la venta de vehículos de combustión. Estas normas, fijadas, ya se han visto comprometidas ante el lento avance de las ventas que obligan a los fabricantes a tratar de mantener sus cifras de negocio incrementando el precio... de los modelos de combustión. Las marcas han replanteado sus estrategias, volviendo a apostar por coches de combustión limpios, con e-fuels (combustibles sintéticos), antes de dar el salto definitivo al eléctrico. En 2050 todos los coches deberían ser eléctricos. Difícil, pero no imposible. De hecho, la evolución en cuanto a la autonomía de las baterías hace que en el tema de las distancias el mercado se vea optimista. La media de los modelos ya ofrecen más de 400 kilómetros y el precio de las baterías, como ha sucedido con los teléfonos móviles, debería empezar a bajar.

$!Recarga de un coche eléctrico

Desde la Unión Europea ya se han dado cuenta del error a nivel industrial y con la suavización de la norma medioambiental Euro 7 también se empieza a pensar en que lo de prohibir los modelos de combustión en 2035 puede que vaya por países, y no todos a la vez. Porque en este debate entre industria y medioambiente que tenemos en Europa ha aparecido un invitado de excepción: China. No solo aportan ya la misma calidad en sus vehículos, si no que en cuanto a coche eléctrico van muy por delante de los fabricantes tradicionales.

Las empresas energéticas, por su parte, siguen proponiendo soluciones. La proliferación de puntos de recarga es una necesidad. Algunas de las punteras, como Iberdrola, están trabajando para extender la malla de recarga por todo el país para ofrecer unas verdaderas ‘autopistas de recarga’ con electrolineras. Los puntos públicos también crecen, aunque muy lentamente y siguen lejos de las previsiones que hablaban de 45.000 en este año: apenas estamos en 22.760 (con solo un 22% con potencias de carga superiores a los 22 kilowatios o, lo que es lo mismo, con tiempos de recarga inferiores a las tres horas), sin tener en cuenta 6.700 puntos averiados más, según el barómetro de electromovilidad de Anfac.

Los usuarios han frenado su interés por el vehículo 100% eléctrico, al menos hasta que no se solventen esos problemas de infraestructura. El camino es lento, pero la realidad medioambiental acabará imponiéndose, aunque no al ritmo deseado.