El coche que todo lo ve
Los sistemas ADAS emplean cámaras, radares y ultrasonidos para reconocer su entorno
¿Nunca te has preguntado cómo un coche puede acelerar, frenar, girar o aparcar solo? Para que un vehículo pueda ofrecer una asistencia activa a la conducción, es vital que tenga una ‘imagen’ fiable y real de su entorno en tiempo real, y para ello ha de utilizar sensores como cámaras, radar, ultrasonidos y láser LIDAR, así como la información tridimensional que le llega de la navegación.
Las cámaras son el componente principal del sistema y suelen estar montadas en la parte superior central del parabrisas. Ofrecen un amplio rango de ‘visión’ al (de 50 a 500 metros, y de hasta 180º) para reconocer elementos como peatones, animales y objetos, además de leer letras y números en las señales de tráfico. Su principal debilidad es que tiene problemas de visión cuando están sucias, llueve, nieva o hay niebla; y también están sujetas a ilusiones ópticas naturales.

El LIDAR es un sensor caro y complejo, indispensable para futura conducción autónoma, pero que en la actualidad montan muy pocos modelos. Éste puede medir con precisión en 3D (distancia, posición y altura) a mucha distancia (200 metros de alcance). Eso sí, su alcance se reduce drásticamente en condiciones de niebla, lluvia o cuando está sucio, y no reconoce colores, aunque sí materiales.

Finalmente, cabe destacar la importancia que tienen para los sistemas ADAS la información recopilada del navegador, con la cartografía 3D de toda la red viaria. Esta aporta datos precisos como de la pendiente, los carriles, la curvatura o los límites de velocidad de la carretera por donde se transita. Además, esos mapas se alimentan y actualizan constantemente con la información de millones de vehículos que los equipan. Los mapas de los sistemas de navegación también ofrecen información sobre los límites de velocidad de las vías, semáforos o señales de tráfico.
