Porcar, el primer español que corrió el Dakar: “Los auténticos héroes del rally han sido, son y serán los motoristas”
El piloto debutó en la categoría de motos, pero también compitió en coches, y llegó a acabar entre los 10 primeros en dos ocasiones
Juan Porcar es, sin duda, el único español al que no se le puede contar nada del Dakar que no sepa. Casi lo inventó él. Bueno, cuando el iluminado de su amigo Thierry Sabine lo ideó, Porcar ‘el africano’ estaba a su lado. Hasta lo organizó a su paso por España en multitud de ocasiones. Y, por descontado, Porcar ha sido el primer español (1982) que tomó parte, con una Ossa Desert, en el mítico, no el de ahora, París-Dakar.
Es más, Porcar también lo corrió en coches. Mejor aún, acabó entre los 10 primeros en dos ocasiones. En 1987, fue el tercer español, junto a Salvador Cañellas y Miguel Prieto, que hicieron subir la bandera española tres veces al podio del top-10. Y, que lo sepan, Porcar, a sus 70 años, sigue bajando a África cada año, liderando el proyecto que puso en marcha hace ya tres décadas con el que construye pozos de agua en multitud de puntos del desierto.
Dolor por Falcón
Es evidente, insisto, que nadie puede hablar con mayor conocimiento de causa de la muerte de Carlos Falcón, de 45 años, tercer español (Tomás Urpí, en 1996 y José Manuel Pérez, en el 2005) que pierde la vida en el popular rally del desierto. De los 74 muertos que suma el Dakar, en 46 ediciones, y de los 33 competidores fallecidos, 24, la mayoría, son pilotos de motos. No hay mayor peligro que correr el Dakar en moto.
“Las grandes marcas de coches y los grandes campeones de las cuatro ruedas”, explica Porcar, “se han apropiado, mediáticamente, del Dakar, pero es evidente que los pilotos de motos fueron, son y seguirán siendo los auténticos héroes de esta durísima carrera. Y lo son por una razón sencillísima, que incluso comparten los pilotos de coches: corren solos, el trabajo del piloto y copiloto lo hacen ellos solos, van en moto, no pueden caerse y, si se caen, se hacen daño, mucho daño, hasta pueden matarse”.
La esencia del Dakar, perdón, del auténtico Dakar, son las motos, sus pilotos. Son auténticos atletas. No solo han de tener un físico único, prodigioso, también han de saber navegar, han de tener conocimientos de mecánica y ser durísimos mentalmente. “Lo que siempre me ha sorprendido es la normalización con la que la gente, no creo que los aficionados al ‘motorsport’, ven a los pilotos de motos del Dakar que, insisto, para mí son super hombres y super mujeres. Por lo que hacen, por cómo lo hacen, a la velocidad que lo hacen, casi idéntica a los coches, y con tantos kilómetros y dificultades como ellos”.
Porcar no quiere distanciarse, “por favor, de ninguna manera”, de los coches. “Ellos, nosotros, vamos muy protegidos. Recibimos la ayuda, en todo, del copiloto. Los motoristas lo afrontan todo en solitario y, desde que han hecho neumáticos que no pinchan, el peligro ha aumentado considerablemente pues, cuando yo corría en moto en los inicios de los 80, al llegar a las zonas rocosas o proclives a provocar pinchazos, bajábamos el ritmo y la cosa cambiaba. Ahora, los motoristas van a tope durante todo el tramo porque saben que no pinchan”.
“El otro día, leí que los pilotos de coches se quejaban de que, en la noche de la etapa maratón de esta edición, debían dormir en tiendas de campaña. Los pilotos de motos siempre hemos dormido en tiendas de campaña”, comenta Porcar, que también flipa cuando se habla de lo duro que es correr el Dakar en coche.
“Cuando, en 1987, Salvador (Cañellas), Miguel (Prieto) y yo protagonizamos la gesta de acabar en el top-10, todo el mundo en el podio me preguntaba si había sido duro. La verdad y no siento reconocerlo es que, comparado a mis tiempos en moto, fue demasiado fácil y, por descontado, muchísimos menos duro. Y no le estoy quitando valor a lo que hacen los coches, no, solo insisto en que el auténtico héroe del Dakar es el piloto de motos y no solo el ganador, todos”.
Carrera al ‘sprint’
“Los pilotos de motos asumen, ellos solos, toda la presión, todo el riesgo, la soledad, debe resolver las dudas y los problemas, sobre el terreno y a la velocidad de vértigo, él solito, sin ayuda (del copiloto) y sin protección (del coche) en una prueba de obstáculos al ‘sprint’”, señala Porcar.
Porcar considera que el gran cambio del Dakar no es pasar del París-Dakar al Dakar de Arabia. “El gran cambio se produce cuando, en el 92, aparece la tecnología en plan masivo. Ya no te pierdes y, en ese sentido, aumenta la velocidad media, el peligro y el riesgo de caída. En los 80, corrías pensando que, si te perdías, podías quedarte aislado en el desierto y, de verdad, podías morir, pues no era la modernidad de ahora donde te localizan al instante”.