¿Qué temperatura alcanza el tubo de escape de un Fórmula 1?
Una de las cuestiones que se preguntan los profanos en cuanto a la técnica de la Fórmula 1 radica en las temperaturas que se alcanzan en los motores y en los tubos de escape de los bólidos.
Hay que tener en cuenta que en la cámara de combustión de un motor standard se alcanzan entre los 2.000 y los 2.500 grados centígrados, en las válvulas de escape se llega a los 800 grados y en las paredes de los cilindros, 200 grados. El turbo puede llegar a los 1.000 grados, con la particularidad de que en un corto espacio vuelve a 90 y que alcanza velocidades por encima de las 100.000 rpm. Unas cifras de vértigo, y es que en un monoplaza las temperaturas del gas en la cámara de combustión pueden alcanzar hasta 2.600 grados.
Así se explica que en los tubos de escape se alcancen temperaturas cercanas a los mil grados centígrados, nada menos. Como dato, la temperatura de las coladas de lava del volcán de Cumbre Vieja, en la isla de La Palma, se mueve en torno a los 800-900 grados, con picos por encima de 1.100. La lava de un volcán puede estar a menor temperatura que el tubo de escape de los Verstappen, Alonso, Sainz y compañía.
En la Fórmula 1, la ubicación del tubo de escape, más allá de su increíble temperatura, ha sido también un factor clave desde el inicio del gran circo para conseguir mejores resultados en pista.
En 2010, Adrian Newey optó por volver a colocar la salida del tubo de escape cerca del suelo, evitando los elementos de la suspensión. No obstante, no contentos con esto, en Red Bull idearon la solución al problema de la intermitencia de salida de los gases de escape.
Hasta el año 2013, la Fórmula 1 utilizó la tecnología de los escapes de soplado, en la que se aprovechaba el flujo de los gases de escape y también su velocidad para dirigirlos hacia el difusor trasero del monoplaza, incrementando de esta manera la carga aerodinámica en el paso por curva.
Uno de los principales problemas de este sistema era la gestión de esas elevadísimas temperaturas de los tubos de escape, unos mil grados nada menos -insistimos- que obligaron a los técnicos a buscar soluciones para la disipación del calor y, por tanto, al uso de materiales especiales en las superficies exteriores del monoplaza y zonas cercanas a los escapes.
En 2018, aprovechando la menor altura de los alerones traseros, el equipo Renault inclinó el tubo de escape, ubicado en este caso en el eje central del monoplaza, hacia el alerón trasero. De esta forma, los gases de escape energizaban el aire debajo del alerón, incrementando de nuevo el downforce generado en el eje trasero. No obstante, este escape soplado no tuvo el efecto que el antiguo difusor soplado.
El gran circo esconde detalles que demuestran su grandeza y a la vez su riesgo.