Mercedes-Benz CLE 220d: 1.366 kilómetros de autonomía y 4,7 l/100 km de consumo
El Mercedes-Benz CLE 220d evidencia la insensatez en la que está inmersa el mundo del automóvil. Se trata de una berlina con carrocería coupé y motor diésel, dos de las tendencias que la imposición de la electrificación y el absurdo monopolio del SUV están relegando al olvido, cuando la realidad es que no hay ninguna combinación mejor que esta para realizar largos trayectos por carretera.
En cuestión de dos semanas recorrimos alrededor de 3.000 kilómetros a bordo del Mercedes-Benz CLE Coupé 220d, y no sólo gozamos de una ergonomía, una seguridad y un confort soberbios que anularon por completo la fatiga del viaje, sino que además el consumo medio tras la prueba de larga duración fue de tan sólo 4,3 l/100 km, lo que nos permitió recorrer más de 1.300 kilómetros con un sólo depósito.
Antes de comenzar con las sensaciones de conducción, echemos un vistazo general al Mercedes-Benz CLE Coupé. Se trata de un coupé de 4,85 metros de longitud y 1,86 metros de anchura, con una carrocería tan atractiva como aerodinámica. Tiene 4 asientos en su interior y un maletero de 420 litros. Ofrece una gama de motores gasolina, a excepción del diésel 220d, que va desde los 204 a los 449 CV de potencia. Todos ellos, incluido el diésel, cuentan con etiqueta ECO de la DGT, gracias a un sistema de hibridación ligera de 48V que genera 23 CV de potencia, alojada en el cambio automático de nueve relaciones con convertidor de par (9G-Tronic).
El interior es lo que se espera de un Mercedes: diseño elegante, materiales de calidad y mucha tecnología concentrada principalmente en el sistema MBUX, controlable desde la gran pantalla central y desde el volante multifunción. Además, cuenta con una instrumentación digital súper completa apoyada por el Head-Up Display para ofrecer al usuario toda la información relativa a la conducción.
El precio del Mercedes-Benz CLE parte de los 59.900 euros y asciende hasta los 97.900 en el caso de la versión más exclusiva, si bien con elementos opcionales y personalización, el precio puede sobrepasar fácilmente los 100.000 euros.
Mínimo consumo de combustible
Lo primero que hicimos al montarnos en la unidad de pruebas, antes de iniciar nuestro primer trayecto entre Madrid y Valencia, fue poner a ‘cero’ el ordenador de a bordo, que marcaba una autonomía de 1.114 kilómetros. Una cifra imponente, pero por debajo de la realidad.
Las tres horas que duró el trayecto no fueron suficientes para para ver cómo respondía el coche ante la fatiga de conducción, pero sí para comprobar la frugalidad del motor diésel 220d. A nuestra llegada, el ordenador de a bordo marcaba un consumo de 4,1 litros a los 100 kilómetros recorridos. Es cierto que la orografía jugaba a nuestro favor, y que fuimos en todo momento a velocidades legales; pero aún así es un registro sencillamente extraordinario.
Circular a velocidades legales por carretera apenas nos permitió comprobar las prestaciones del motor diésel de 4 cilindros, 2.0 litros y 197 CV que ofrece la versión 220d. Pero con 440 Nm de par motor y el buen trabajo del cambio, lo cierto es que el coche tenía potencia más que sobra para realizar adelantamientos con seguridad y para ofrecer contundentes recuperaciones. Además de consumir poco, este motor va sobrado de potencia.
El Mercedes-Benz CLE conduce ‘solo’
El siguiente viaje fue de ida y vuelta entre Valencia y Jeréz de la Frontera. Casi 1.500 kilómetros en los que pusimos a prueba el confort del CLE, y donde comenzamos a valorar aspectos menos evidentes, como la insonorización del habitáculo, la ergonomía de los asientos y de los mandos de control del vehículo, las ayudas a la conducción, la calidad del sistema de sonido, etc.
El CLE es un coche extremadamente cómodo de conducir. Los asientos y el volante con regulación electrónica permiten buscar la postura más cómoda y memorizarla. Además, la unidad de pruebas contaba con unos asientos con calefacción y ventilación, e incluso función de masaje. Nunca antes habíamos valorado tanto este ‘extra’. Fue realmente capaz de aliviar nuestra espalda y lumbares tras horas conduciendo.
Otro factor fundamental en este viaje fue la conducción autónoma de Nivel 2+. El coche no sólo aceleraba y frenaba por sí solo adaptándose al tráfico, sino que además controlaba la dirección manteniéndose justo en el centro del carril, algo de lo que no pueden presumir otras marcas, y que para nosotros marca la diferencia entre un buen y un mal sistema de conducción autónoma. Cuando el coche se mantiene en la trazada, incluso en curvas a altas velocidades, es cuando realmente dejas que el coche tome el mando. En el caso del CLE bastaba con dejar simplemente apoyada la mano en el volante para dejar que condujese solo, aunque por ley debíamos ir con el volante bien agarrado con ambas manos. Incluso era capaz de cambiar de forma autónoma de carril. Si sostenías a medio camino el indicador del intermitente unos segundos, el coche comprobaba que no venía nadie y se pasaba solo al carril de al lado.
La iluminación merece una mención aparte. Muchas veces no se valora lo suficiente la importancia de ver con claridad, pero cuando cuentas con un sistema LED matricial como el Digital Light del que disponía este modelo, te das cuenta de su importancia. La visión en todo momento, independientemente de la oscuridad o las condiciones climatológicas, es sencillamente perfecta. Es como ir siempre con las largas, pero sin destellos ni la preocupación de cegar a otros coches. Además, vimos por primera vez cómo actúa la tecnología de proyección de imágenes sobre la carretera: cuando en algún momento nos ‘comíamos’ un poco las líneas de la carretera, se dibujaban en el asfalto unos triángulos que nos indicaban que volviésemos al centro del carril.
Con el coche conduciendo prácticamente solo, disfrutando de un buen masaje, con la temperatura perfecta, y una iluminación insuperable, lo cierto es que apenas se siente la acumulación de kilómetros. Por cierto, al finalizar este trayecto el consumo se mantenía en 4,5 l/100 km.
Tecnología al servicio del usuario
El siguiente destino fue Lleida. En este viaje tratamos de analizar más la tecnología disponible para el usuario en el CLE. Lo primero que destaca es la gran pantalla central en disposición vertical, desde la que se controlan casi todos los sistemas del vehículo, y que se convierte en una extensión de tu smartphone cuando lo sincronizas con el vehículo.
Lo mejor de este panel es que mantiene de forma fija elementos básicos como la climatización, por lo que la digitalización no es excesiva. Además existen botones físicos bajo de ésta para otras funciones como el volumen o los modos de conducción. Pero si hablamos de controles tenemos que hacer mención a una de las pocas críticas que haríamos de este coche, aunque en realidad se extiende a otros muchos otros Mercedes. Se trata de los mandos del volante, con un sistema háptico que es muy inexacto y difícil de controlar. Desde éstos resulta complicado poner el volumen que quieres sin pasar te por arriba o por debajo, o seleccionar la opción que quieres del sistema de instrumentación digital, ya que sin querer te saltas el paso se buscas. Suerte que seguíamos disponiendo de los botones de la consola central y del sistema de control por voz.
En su última actualización el sistema MBUX es en general más sencillo de manejar, con iconos más grandes, una interfaz más clara y con más funciones tanto para la información como para el entretenimiento, pudiendo incluso mantener reuniones por Zoom, jugar una partida al juego Angry Birds, o incluso subir un contenido a TikTok.
Final de viaje
De Lleida volvimos a Valencia, y unos días después pusimos rumbo a Madrid para concluir la prueba de larga duración. Unos 3.000 kilómetros de recorrido en los que comprobamos que el CLE, y en especial la versión diésel 220d es, sencillamente, uno de los mejores coches que puedes comprar hoy día si tienes que recorrer al año decenas o centenares de miles de kilómetros por carretera. Lo es por su confort, calidad de vida a bordo, seguridad, por su sofisticado sistema de conducción autónoma, y por su excelente relación entre potencia y consumo.
Acabamos el test valorando ‘extras’ que suelen pasar desapercibidos en test cortos como: la iluminación adaptativa, la ergonomía la función masaje y la climatizazión de los asientos, la calidad de los materiales, la importancia de un buen sistema de audio como el Burmester que montaba esta unidad, la insonorización del habitáculo, la calidad e rodadura del vehículo, la importancia de un buen sistema de conducción autónoma, la rápida y perfecta conectividad del smartphone... Elementos que a la postre hacen que un quieras llegar lo antes posible a destino, o que por el contrario disfrutes del trayecto.
Pero por encima de todo quisiéramos romper una lanza en favor de las berlinas y los motores diésel. No hay nada más estable, seguro, cómodo y fiable para viajar por carretera que una berlina, ya sea con carrocería clásica, familiar o coupé. Su bajo centro de gravedad y su aerodinámica las hacen insuperables frente a un SUV en este contexto.
Y lo mismo sucede con un buen motor diésel. Para carretera no hay una tecnología mejor por su relación entre prestaciones, consumo y autonomía. Con el CLE 220d pudimos recorrer hasta ¡1.366! con un sólo depósito de combustible, gracias a una media final de consumo de 4,7 l/100 km. A ver qué gasolina, híbrido, o eléctrico pude presumir de algo así.