La leyenda de Pegaso: icónica marca española que hasta superó a Ferrari
En la historia del automovilismo y la industria pesada en España, pocas marcas han dejado una huella tan profunda y emblemática como Pegaso, una empresa que no solo destacó por la fabricación de vehículos industriales y camiones, sino también por la producción de algunos de los coches deportivos más exclusivos y admirados del siglo XX.
Desde su fundación en 1946 hasta su absorción por IVECO en 1990, Pegaso representó el avance tecnológico y la capacidad industrial de una España que buscaba recuperar su brillo tras los estragos de la Guerra Civil.
Los inicios: un símbolo de reconstrucción
Pegaso nació en un contexto de posguerra, en plena dictadura franquista, cuando el país necesitaba resurgir industrialmente. El Instituto Nacional de Industria (INI), en un esfuerzo por modernizar y fortalecer el sector automovilístico, impulsó la creación de la marca bajo la dirección de Wifredo Ricart, un ingeniero catalán que había trabajado en Alfa Romeo, nada menos que bajo las órdenes de Enzo Ferrari. Con la fundación de ENASA (Empresa Nacional de Autocamiones S.A.), Pegaso comenzó sus operaciones en 1946 en la emblemática fábrica de La Sagrera, en Barcelona.
Inicialmente, Pegaso se dedicó a la producción de camiones robustos y eficientes, necesarios para la reconstrucción del país y el transporte de mercancías. Estos vehículos fueron rápidamente adoptados por múltiples sectores, desde la construcción hasta el transporte militar, consolidando la reputación de Pegaso como un fabricante de camiones fiables y tecnológicamente avanzados.
La joya de la corona: el Pegaso Z que superó hasta Ferrari
Aunque la marca Pegaso se hizo muy conocida por los camiones y vehículos industriales, la marca española no se quedó ahí y en la década de 1950, Ricart, un visionario del automovilismo, decidió llevar a Pegaso a un nivel más alto con la creación de los deportivos Pegaso Z-102, coches de lujo que competirían directamente con marcas como Ferrari y Maserati.
El Pegaso Z-102, presentado en 1951, se convirtió en un icono por su diseño vanguardista y sus prestaciones. Equipado con motores V8 que podían alcanzar los 250 km/h, fue, en su momento, el automóvil de producción más rápido del mundo. Solo se fabricaron unas 80 unidades de estos deportivos, lo que los convierte hoy en día en piezas codiciadas por coleccionistas de todo el mundo. Su elegancia, tecnología y rareza hicieron que el Pegaso Z-102 fuera considerado uno de los mejores coches deportivos de su época.
Pese a ello, la marca seguía teniendo como principal fortaleza el sector de los camiones y los autobuses. La innovación fue clave para el éxito de Pegaso en este sector. La empresa no solo apostaba por motores potentes y eficientes, sino también por el desarrollo de tecnologías como la tracción total y la introducción de camiones de gran tonelaje para largas distancias, lo que facilitó la exportación a más de 30 países. En 1983, el camión Pegaso Troner fue presentado como uno de los más avanzados de su categoría, destacando por su potencia, comodidad y durabilidad.
El final de una era y el legado de Pegaso
A pesar de su éxito, los años 80 trajeron consigo un escenario complicado para Pegaso. La liberalización de los mercados y la competencia internacional afectaron a la empresa, lo que llevó a su compra por parte de la italiana IVECO en 1990. Aunque Pegaso dejó de existir como marca independiente, su legado sigue vivo en la memoria de la industria automovilística española y en los vehículos que, todavía hoy, recorren las carreteras.
El impacto de Pegaso en España es innegable. No solo contribuyó al desarrollo del tejido industrial y tecnológico del país, sino que también puso a España en el mapa de la automoción mundial, con una marca capaz de competir tanto en el segmento de los deportivos de lujo como en el sector de los vehículos industriales pesados. Su historia es un recordatorio de la capacidad de innovación y resiliencia de la industria española, y su nombre sigue evocando una época dorada del motor en el país.
Una relevancia que llegó hasta el fútbol: el mítico CD Pegaso
La industria automotriz ha influido en muchos aspectos de la vida, desde la música, el cine y hasta en el deporte rey: el fútbol. No son pocos los equipos que han nacido a partir de empresas del motor y muchos otros clubes han vestido camisetas icónicas con los patrocinadores de coches.
Durante aquella época, era normal que las empresas crearan clubes deportivos para fomentar el bienestar de sus empleados y fortalecer el sentido de comunidad y pertenencia. El CD Pegaso fue uno de estos equipos, patrocinado por la propia fábrica y con sede en las cercanías de las instalaciones industriales, ubicadas en la zona de La Sagrera (Barcelona) y más tarde en Madrid, en los terrenos donde la empresa trasladó parte de sus actividades.
Lo cierto es que el club nunca llegó a codearse con los grandes equipos de nuestro fútbol, pero en la Comunidad de Madrid siempre ha sido uno de los equipos míticos y recordados. Además, no son pocos los jugadores que se formaron en él, como Jaime Mata, Quique Sánchez Flores o Miguel Hernández, este último fue campeón olímpico en Barcelona 92.
El club contribuyó al desarrollo del fútbol madrileño durante varias décadas, y su identidad estaba profundamente vinculada a la historia industrial de la zona. Para muchos aficionados al fútbol local, el CD Pegaso es un símbolo de ese vínculo entre deporte y comunidad obrera, manteniendo un legado en el deporte base que aún se recuerda en la región.