Padre e hija en la Crome Ride 2023 con las QJ SRT 550
Para muchos la vida tiene forma de carretera, con un sinfín de caminos y bifurcaciones que, mediante decisiones, conformarán tu día a día, proyectos y expectativas. Cuando eres más pequeño, esas decisiones dependen principalmente de tu entorno, de una familia que esté dispuesta (o no) a acompañarte en tu descubrimiento personal. Como habéis comprobado ya, este no será un artículo de producto al uso, como tampoco lo es plantarse en la Crome Ride 2023 con tu padre a lomos de dos QJ SRT 550 y SRT 550X para completar más de 500 kilómetros de curvas por Catalunya.
Jueves 06/07/2023 – Resaca emocional
Me siento frente al ordenador en un AVE de camino a Barcelona. Ha pasado una semana desde que arrancó una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida sobre dos ruedas: poder participar en una motoruta con mi padre. A menudo me preguntan cómo empezó mi afición por el motor y, en mi caso, tiene las raíces en casa. Un hogar que respira gasolina por los cuatro costados, incluyendo primos y tíos también moteros, pero también un amor por la vida y las aventuras de cualquier tipo.
Quedarse en casa nunca fue una opción en “nuestros findes”, así que tampoco lo es ahora. Las motorutas como la Crome Ride, celebrada en Catalunya, permiten compartir tu pasión por las dos ruedas con amigos, compañeros de trabajo y, por qué no, en familia. Es una gran oportunidad para que las féminas dejen de lado los tópicos absurdos sobre sus capacidades, aguante o resistencia en rutas de distancias largas.
Además, realizar tantos kilómetros en un día es la mejor escuela que puedes encontrar y, pese al incremento notable de mujeres en el mundo de las dos ruedas, este tipo de evento sigue siendo mayoritariamente masculino. Más de 100 paquetes acompañaron a sus pilotos en esta edición, pero conté un total de 5 mujeres en su propia montura. Mi objetivo como apasionada es disfrutar de la comunidad heterogénea de las motos, pero también animar a más chicas a descubrir un mundo de libertad, adrenalina y compañerismo. La máquina ya no es una excusa y prueba de ello son las QJ SRT 550 y 550X que nos acompañaron hace un fin de semana.
QJ SRT 550 y 550X
Cumplir un sueño como viajar en moto con tu padre, cada uno con su moto, es todavía mejor cuando ambos lo hacéis con las mismas monturas. En este caso se trata de las QJ SRT 550, con la que completé la Rider 500 hace justo un mes, y su versión endurera SRT 550X. Ambas comparten desarrollo, motorización y parte ciclo, excepto por las llantas de radios de 19 pulgadas de la rueda delantera de la X. Esta versión “off-road” tiene neumático 110/80R19 y 150/70R17, frente a los 120/70ZR17 y 160/60ZR17 de la “on-road”.
Este cambio supone un aumento de altura de unos 3 centímetros, que para alguien de 1,60 metros como yo son importantes y determinantes para preferir la seguridad que me aporta la SRT 550 a secas. Además, los neumáticos Pirello Angel GT me inspiraron más confianza desde el principio y me ahorré casi 20 kilogramos de diferencia entre una y otra SRT. En marcha, las diferencias son inapreciables, dado que las dos tienen la horquilla invertida de la firma KYB y el monoamortiguador trasero.
Y eso que ambas tienen un depósito de 19,5 litros de capacidad y el mismo sistema de frenos, con discos de anclaje radial de 320 mm y 4 pistones en la parte delantera y disco de 260 mm y pinza simple para la rueda trasera. El motor concede las mismas sensaciones y potencias, dado que es el mismo bicilíndrico en paralelo de 554 cc que declara 47 CV de potencia sobre las 7.500 rpm y un par máximo de 51 Nm a partir de las 5.500 vueltas. Es, por tanto, la mejor de las opciones para aquellos que se acaban de sacar el carné A2 y quieren una moto tipo trail, accesible, de diseño imponente y con una relación calidad /precio imbatible en el mercado.
Las QJ no están solas, ni mucho menos, y el mercado de las trail para el carné A2 no para de crecer con alternativas como la Benelli TRK 502 y X, las VOGE 500DS/DSX o las Macbor Montana XR5. Eso sí, con un precio de partida de 6.499 euros para la SRT 550 y 6,999 euros para la SRT 550X, el bolsillo se lo ganan las QJ.
Una experiencia única
La Crome Ride empezó en Girona y cuenta con la colaboración del Patronato de Turismo Costa Brava Girona para establecer Controles de Paso y sellar el pasaporte al más puro estilo Dakar. Cada tramo tiene unas franjas horarias estipuladas, que permiten completar esta motoruta a cualquier motero con cierta experiencia en rutas y carreteras de montaña. No es de las más recomendables para iniciados, que pueden encontrar alternativas menos exigentes como la Rider 300.
La dureza de esta edición se encontraba en la cantidad de puertos y curvas a completar en unas horas ciertamente ajustadas. La salida desde Fontajau se realizó desde las 6 de la mañana por turnos, siendo Espinelves el pueblo donde se encontraba el primer Control de Paso. No es obligatorio realizar la ruta propuesta por la organización, pero es la gracia de este tipo de eventos en los que compartes espacio con otros aficionados en un clima de respeto, aventura y buen rollo. El tercer punto fue Ripoll y luego tocó Llívia, localidad de la Catunya Nord que daba paso a cruzar la frontera por Pas de la Casa a Andorra.
Ya entonces llevábamos siete horas sobre las motos y mi padre no mostraba un atisbo de cansancio, así que el orgullo como hija se incrementó al tiempo que sumábamos kilómetros juntos. El ritmo con las QJ 550 y 550X fue ágil y sus motores fueron más que suficiente para pasarlo realmente bien, enlazando un puerto tras otro con todo tipo de curvas. Las horas se hicieron menos pesadas gracias a la posición de conducción relajada de estas trail pequeñas, que te permite ir sentado cómodamente e incluso levantar de vez en cuando el trasero para estirar las piernas.
La comida fue rápida, un poco de pan y embutido, importante para no caer en el descanso que adormile el cuerpo y la mente. Todavía quedaban algunas carreteras míticas para los moteros catalanes, como la Collada de Tossa en dirección al quinto punto de control: Ribes. Completar el Carné de Paso es una de las gracias de la Crome Ride y esta edición se vendió cara, así que vale doble a la llegada al Village de Fontajau doce horas después de arrancar esta aventura padre e hija.
El abrazo tras el último sello es una declaración de intenciones por su parte: sé que cuento con un escudero para el resto de mis motorutas. Él mismo describió la experiencia como única y celebró poder hacerlo acompañado, también, del equipo que hay tras la marca QJ Motor en España: Motos Bordoy. Auténticos apasionados de las dos ruedas que, con esta firma china e irreverente, pretenden encontrar un hueco en el corazón de todo motero.