Prueba del Hyundai i20, la opción inteligente
Probamos el nuevo i20, la propuesta de Hyundai para competir en el poblado segmento B con un vehículo atractivo, práctico y avanzado
Hace poco más de un mes, Hyundai presentaba el nuevo i20, la nueva generación de su pequeño compacto, situado entre el urbano i10 y el i30 en la oferta del fabricante. En un segmento muy competido, con huesos duros de roer como el Seat Ibiza, el Volkswagen Polo o el Toyota Yaris, la firma surcoreana propuso una completa revolución estética y un paso adelante tecnológico para mirar a los ojos a sus rivales. También llegó un nuevo acabado N line, más deportivo, para conquistar al comprador más gamberro. ¿Es suficiente para competir en el segmento B?
Por fuera, el nuevo i20 llama la atención por sus ángulos y sus formas afiladas. Empezando por el frontal, totalmente renovado y mucho más radical, sus nuevos grupos ópticos LED acompañan a una parrilla rediseñada, bastante grande. De perfil, varias líneas marcan su silueta y acompañan la vista hacia la trasera, donde habitan, de nuevo, unos nuevos faros unidos por una franja roja iluminada. El nuevo diseño es todo un acierto, ganando en atractivo y en deportividad.
El interior también ha cambiado, primando ahora la experiencia de conducción y la digitalización por encima de todo. Dos grandes pantallas de 10,25 pulgadas harán las funciones de cuadro de instrumentos digital y de ordenador de abordo, con un sistema operativo bastante intuitivo, aunque con margen de mejora, y navegador. El diseño se basa en las líneas rectas, generando sensación de amplitud y el volante también es nuevo, más elegante que deportivo. El interior es menos radical que el exterior y prima la practicidad sobre todo lo demás. El acceso es correcto y el espacio trasero sorprende y permite el viaje de dos adultos altos.
Etiqueta 'ECO'
La unidad probada montaba un propulsor tricilíndrico de gasolina T-GDi de 1.0 litro y 120 CV asociado a una caja de cambios automática de siete marchas. Un sistema eléctrico de 48 voltios le granjeaba la condición de microhíbrido y, por tanto, de coche ' ECO', aunque su consumo jugueteó con los seis litros durante toda la prueba. Esta configuración le sienta como a un guante al nuevo i20, sobre todo en ciudad. Es contundente al acelerar, aunque va perdiendo fuerza conforme se acerca a los 100 km/h, y suave en marcha, gracias también a los precisos cambios de su transmisión. Su maniobrabilidad le permitirá dominar las calles estrechas y con 4,04 metros de largo cabe en casi cualquier lado.Fuera de ciudad, sin embargo, pierde puntos. Aunque llega sobradamente a los límites legales, la transmisión sufrirá un poco más al tener que recuperar, optando a veces a reducir varias marchas y a liberar el estruendo, nada atractivo, de su motor a revoluciones altas sin ganar demasiado en potencia, empañando la agradable experiencia que es conducirlo. Hyundai ha hecho con el i20 un coche inteligente, bonito por fuera, práctico por dentro y efectivo mecánicamente, sobre todo en ciudad. Esta versión parte desde los 24.055 euros.