Analizamos el Mazda CX-5 con el sistema de desconexión de cilindros
El motor Skyactiv-G de 194 cv es capaz de desconectar dos de sus cuatro cilindros para reducir el consumo hasta un 29%
Recientemente tuvimos la oportunidad de probar un coche al que le teníamos muchas ganas, el Mazda CX-5 Skyactiv-G de 194 cv con sistema de desconexión de cilindros, una tecnología que promete la tan deseada y casi nunca lograda combinación de altas prestaciones y bajos consumos. El citado propulsor es un gasolina de 2.5 litros que, sobre el papel, entrega 194 cv y 258 Nm a 6.000 rpm, con un consumo combinado de 7,1 l/100 km que equivalen a unas emisiones de CO₂ de 162 gr/km. Éste va ligado a un cambio automático de convertidor de partir y seis relaciones, que transmite el par motor a las cuatro ruedas a través de un sistema de tracción total inteligente. [gallery link="file" td_select_gallery_slide="slide" ids="4374,4386,4385,4378,4384,4383,4382,4380,4379,4377,4371,4372"] Dicho motor atmosférico desconecta dos de los cuatro cilindros de los que dispone cuando no se precisa potencia. Con esta maniobra, Mazda asegura que se puede reducir el consumo hasta en un 29% en el mejor de los casos. A efectos prácticos y tras nuestra prueba, no podemos decir que la reducción fuese tan notable, pero sí al menos logró unas cifras bastante ajustadas para un motor de tal potencia. Teniendo en cuenta que este bloque ofrece más de 190 cv, alcanzamos un consumo que rondó en un uso mixto los 9,5 l/100 km. Se trata de algo más de dos puntos por encima de lo que marca la ficha técnica con 7,1 l/100 km. Si miramos a la competencia, hemos de decir que es el mejor en cuanto a relación potencia/consumo, puesto que sus rivales en el segmento, provistos de motor gasolina, cambio automático y tracción 4×4, logran por lo general una media e 7,5 l/100 con potencias de unos 150 cv. Es decir, son menos potentes y consumen más. Queda por tanto demostrado que esta tecnología sí es efectiva.