Mujeres pioneras al volante

El automóvil es uno de los inventos que ha contribuido a cambiar el siglo XX. Sin embargo, detrás de ese invento hay mucha historia de mujeres que no tuvieron ningún reparo en sentarse al volante de uno de estos “artefactos” y demostrar que también podían conducir y afrontar empresas muy comprometidas.

Casa Seat, en Barcelona, ha inaugurado una exposición bajo el nombre de “Pioneras” en las que se puede seguir la biografía de algunas de esas mujeres y que hemos ampliado por nuestra cuenta con más nombres.

El primer coche de la historia es el triciclo creado por Carl Benz en 1885. Tres años más tarde su esposa, Bertha Benz, cuya fortuna propició el invento y la creación de la fábrica, no tuvo reparo alguno para subirse a uno de estos triciclos y en compañía de sus dos hijos Richard y Eugen y sin permiso de su marido y de las autoridades se fue a visitar a su madre que vivía a unos 106 kilómetros. Fue algo inaudito pero que Bertha Benz utilizó para demostrar al mundo la utilidad del vehículo y darle un impulso a la fábrica.

A medida que la industria automovilística fue progresando también creció el interés de las mujeres por los coches. Una de las que más lo evidenció fue Alice Huyler Ramsey que en 1908 pidió a su esposo que le comprase un coche de la marca Maxwell con el que participó en el circuito de Montauk. Sin embargo, su nombre saltó a la fama por ser la primera mujer que cruzó los Estados Unidos de costa a costa.

El 9 de junio de 1909 y con tan solo 22 años Ramsey emprendió un viaje de más de 6.000 kilómetros desde Manhattan hasta San Francisco al volante de un Maxwell 30. En su viaje de 50 días la acompañaron dos cuñadas y una amiga aunque ninguna de ellas condujo el coche. El 7 de agosto llegó a su destino, unas tres semanas más tarde de lo planeado pero en medio de un gran revuelo.

La hazaña de Ramsey se vio eclipsada en cierto modo por la de Anita King, una mujer que comenzó a trabajar como modelo y actriz en Chicago primero y luego en la costa oeste de los Estados Unidos.

Apasionada por los coches, en 1910 ya estaba participando en competiciones lo que le valió para ser considerada la primera mujer conductora en carreras de autos de forma oficial. Con el apoyo de la Paramount Pictures y la Kissel Motor Car Company se propuso ser la primera mujer que atravesara los Estados Unidos conduciendo sola. Como anunciaban los periódicos, “su única compañía será un rifle y un revolver de seis tiros”.

Su recorrido fue épico. Tardó 49 días en la travesía pese a las numerosas paradas de promoción que realizó donde repitió una y otra vez, “si un hombre puede hacerlo, una mujer también”.

Que hubiese dos mujeres dando la vuelta al mundo en coche al mismo tiempo en 1927 no solo no es una sorpresa sino una clara demostración del contexto de la década. La industria del automóvil de principios de siglo señaló a las mujeres como uno de sus principales clientes. Acabada la Primera Guerra Mundial, había más mujeres que hombres y aquellas habían incorporado el automóvil a su forma de vida como herramienta de trabajo y ocio.

El caso es que dos mujeres emprendieron la vuelta al mundo con meses de diferencia. Por un lado, la británica Violette Cordery que después de participar en numerosas competiciones se embarcó en esta apasionante aventura al volante de un Invicta recorriendo 16.522 kilómetros acompañada por una enfermera, un mecánico y un observador del Real Automóvil Club de Inglaterra para certificar que solo Cordery condujo el coche.

Cordery estaba acabando su vuelta al mundo cuando Clärenore Stinnes, emprendió la suya acompañada por el director de fotografía sueco Carl-Axel Söderström y al volante de un Adler. Estuvo acompañada por dos mecánicos, un vehículo de carga con equipamiento y partes de repuesto y 128 huevos duros como alimento. Salió el 25 de mayo de 1927 y llegó a Berlín el 24 de junio de 1929 después de recorrer veintitrés países y 47.000 kilómetros. Sin duda, a la vista de las cifras, la vuelta de Stinner fue mucho más completa.

El automóvil ha sido por décadas un mundo muy masculino. Pero eso no ha impedido que, a lo largo de su historia, muchas mujeres hayan dejado su huella imborrable en las pistas de carreras, en la industria o, incluso, con importantes inventos que han ayudado mucho al desarrollo automotriz. Hay ejemplos como el de Bertha Benz que inventó las pastillas de freno, o el de Magaret Wilcox, una ingeniera gracias a la cual podemos disfrutar de calefacción en nuestros coches ya que en 1893 obtuvo la patente por idear un sistema que lograba hacer fluir el aire caliente del motor hacia el habitáculo.

Son muchos los artilugios que se deben a las mujeres, como el limpiaparabrisas (Mary Anderson) o las líneas divisorias de la carretera (June McCarroll). Aunque quizá la inventora más mediática sea la actriz Heidi Lamarr que ideó un dispositivo que supone el principio por el que hoy disponemos de Bluetooth, Wifi y GPS.

Las carreras y la velocidad han sido un poderoso atractivo para las mujeres. Hay muchos ejemplos, algunos tan evidentes como el de la canadiense Kay Petre que escribió con letras de oro tres récords de velocidad en el circuito de Brooklands. El primero en 1934 al volante de un Bugatti a 200 km/h y el segundo con un Delage a 207 km/h. Un año después alcanzaría los 215 km/h también con un Delage.

Para entonces, en Europa había una piloto checa, Elizabeth Junek que, apasionada de los Bugatti, desde los años 20 llevaba compitiendo con éxito en pruebas europeas, logrando en 1928 ganar la Targa Florio, un de las carreras más emblemáticas de aquella época.

Más recientemente no podemos pasar por alto nombres como el de María Teresa de Filippis, la primera mujer que ha corrido en Fórmula 1, debutando en 1958 llegando a disputar cinco grandes premios. Tampoco podemos olvidar a Janet Guthrie, la primera mujer que ha corrido las 500 Millas de Indianápolis, una de las pruebas más importantes del calendario automovilístico, lo que sucedió en 1977.

Otro nombre prestigioso es el de Michèle Mouton, la primera mujer en ganar un rally del Campeonato Mundial (San Remo 1981) y a punto estuvo de ganar el Campeonato. En 1985 participó en la famosa carrera en cuesta al Pikes Peak en Estados Unidos y asombró a todos con un triple récord: ser la primera participante no estadounidense en ganar la carrera, ser la primera piloto mujer en ganarla y además establecer un tiempo récord para hacer el recorrido.