Prueba del Audi S5, más lujoso que deportivo
Probamos el Audi S5, una versión deportiva que se mueve entre los A5 estándar y el radical RS 5 y confía en el diésel para entregar grandes dosis de acción
La caída del diésel es un hecho. Este particular descenso al infierno del carburante, que durante mucho tiempo dominó el mercado, nada tiene que ver con el rendimiento de sus motores. Tampoco de sus emisiones, un propulsor de gasóleo genera menos emisiones que uno gasolina equivalente. Además, con soluciones como el catalizador SCR o el AdBlue, las emisiones de óxidos de nitrógeno, NOx, se han equiparado. El motivo es otro, motivado por un discurso intencionado de ejecutivos y administraciones. No obstante, hay marcas, como Audi, que no solo confían en el diésel, sino que lo hacen para todo tipo de coches. También deportivos.
Es el caso del Audi S5, la versión deportiva, menos radical que el RS 5, de su berlina premium A5, que monta un motor TDI V6 de 3.0 litros que entrega 347 CV de potencia. Es microhíbrido, por lo que un sistema eléctrico de 48 voltios le otorga la posibilidad de pegar la etiqueta ‘ECO’ de la DGT. Como suele ser habitual, esta variante del A5, orientada a la deportividad, introduce elementos estéticos más agresivos y permite montar este motor, exclusivo de esta versión. Todo por un precio que parte desde los 79.950 euros, cifra que se dispara por encima de los 100.000 euros si se apuesta por extras como los asientos deportivos, las inserciones de fibra de carbono o sistemas como la cámara de visión trasera. Prácticamente todo el equipamiento en el S5 es opcional, incluso funciones que, como el Park Assist, son de serie en muchísimos coches en el mercado.

¿Un deportivo diésel?
Es el motor, entonces, el que debe justificar el sobreprecio. Son 60 CV más que mejoran su aceleración de 0 a 100 en 0,4 segundos, cubriéndolo en 4,9 segundos. Como todos los diésel, su aceleración está fuera de toda duda. Es contundente, casi violenta, y mantiene una buena pegada a medida que sube la velocidad. Recupera de maravilla, gracias en parte al impecable trabajo de su transmisión, que cambia con velocidad y precisión para salir disparado en cualquier momento.
