Prueba del Skoda Scala, el compacto más espacioso
Skoda adapta el Scala a las normativas de emisiones con un nuevo motor TSI de tres cilindros y 110 CV de potencia que destaca por su carácter.
Tras dos años en el mercado, Skoda ha realizado variaciones en la gama Scala, su coche compacto, para seguir siendo atractivo en uno de los segmentos más complicados del mercado, con rivales como el Seat León, el Volkswagen Golf o el Renault Mégane, y para adaptarse a la normativa de emisiones, introduciendo un nuevo motor TSI de 1.0 litro y 110 CV de potencia.
En lo relativo a su diseño ha habido pocos cambios. Sigue siendo un vehículo muy reconocible por esos elementos típicos de la marca Skoda, como su parrilla o la firma lumínica de los grupos ópticos, delanteros y traseros, y por el diseño de su zaga, que sigue apostando por la fórmula bitono para dividirla en dos secciones bien diferenciadas. La unidad probada, con el acabado Sport, añade al exterior unas llantas de 18 pulgadas que le sientan genial. Se echan en falta más detalles que acentúen su deportividad.

Menos potencia, misma efectividad
Además de eliminar el diésel de su oferta, el nuevo Scala introduce el motor TSI de tres cilindros y 110 CV, sustituyendo al de 115 CV para cumplir las normativas europeas. El cambio no implica nada negativo, ya que este motor responde muy bien. Acelera de 0 a 50 km/h muy rápido y pierde algo de fuelle por encima. Es capaz, además, de recuperar velocidades de crucero bastante bien. Tiene carácter. Su transmisión manual, puede ser automático, es cómoda y ofrece recorridos directos, aunque algo largos. Las suspensiones encuentran el equilibrio entre comodidad y estabilidad, pero en carreteras de curvas cerradas puede subvirar si se va rápido.
