Toyota RAV4: Un pionero convertido en icono
Toyota sorprendió al mundo en 1994 con el lanzamiento de un modelo nunca visto que fusionaba lo mejor de los turismos y los todoterrenos, sentando así las bases de los SUV actuales
Para mi, que tengo 31 años, es difícil pensar en un mercado automovilístico sin el dominio absoluto de ventas de los crossover. Pero para que todos estos modelos pueda disfrutar de esa posición privilegiada en la actualidad, tuvo que haber uno que abriera el camino, un verdadero pionero en el mundo SUV.
Hace 30 años, en el Salón del Automóvil de Ginebra, Toyota anunció la llegada de un nuevo e imponente vehículo, un todocamino compacto con tracción integral que recibía el nombre de RAV4, siglas de Recreational Active Vehicle (Vehículo Activo Recreativo).
Este modelo combinaba el carácter de un turismo con las cualidades off road de un todoterreno y un comportamiento deportivo, una fusión desconocida hasta la fecha. Cuando las fronteras entre categorías estaban mucho más delimitadas, Toyota quiso huir de convencionalismos con este modelo compacto de apenas 3,69 metros de longitud que sorprendía por su imagen original y fresca, creada a partir de una carrocería monocasco muy ligera que daba en conjunto un aspecto deportivo e inconfundible.
En su afán por conseguir lo mejor de ambos mundos, la firma japonesa trabajó por ofrecer unas cualidades todoterreno sobresalientes, con atributos como la suspensión trasera independiente, la tracción total permanente o la rueda de repuesto montada en el portón posterior. Para el interior, los diseñadores nipones tenían otra idea. Cuando subes a un RAV4 de primera generación como el de este contacto, se siente una confortable sensación de seguridad. La posición elevada del puesto de conducción ofrece una amplia visión de la carretera. Además, la unidad de pruebas corresponde al acabado GX, el más completo de los dos que se comercializaban, y tiene un equipamiento de serie envidiable con cierre centralizado, elevalunas y retrovisores eléctricos y aire acondicionado. Sin duda, todo un capricho para los compradores de la época.
Bajo el capó, el RAV4 de 1999 monta un motor de gasolina de 2.0 litros y 129 caballos y cuenta también con un diferencial trasero Torsen, un autoblocante heredado del Celica y que Toyota ofrecía como opción. Su tacto de conducción sorprende por su agilidad, su respuesta y el empuje de su propulsor. Sus dimensiones compactas unidas a su magnífica puesta a punto hicieron que conducir este coche, diseñado para disfrutar al volante, fuera toda una experiencia.
Más de 14 millones de unidades vendidas han dado para versiones de cinco puertas, descapotables y hasta una eléctrica lanzada en 1997 en ciertos mercados. En total cinco generaciones hasta llegar a la que se comercializa en la actualidad, lanzada en el 2019.
En la actualidad
Como contrapunto, el RAV4 actual representa la evolución de Toyota. Con una gama de motorizaciones totalmente híbrida, entre la que se incluye la versión enchufable que coprotagoniza este contacto, el crossover japonés sigue conservando esa premisa original de coche cómodo, orientado al confort y que deja una buena impresión por la suavidad, la comodidad y el aplomo con el recorre las carreteras.
Por lo demás, las similitudes con el modelo original son anecdóticas. El Plug-In actual mide 4,60 metros de longitud y saca pecho de su estupenda habitabilidad, tecnología y maletero, algo de lo que carecía el RAV4 de la primera generación. Eran otros tiempos, otras necesidades y, al fin y al cabo, no era un coche pensado para la familia o para realizar grandes viajes.
En el 2020 con el lanzamiento de esta variante con propulsor híbrido enchufable, Toyota alcanzó cotas superiores en términos de innovación técnica, ya que se ha convertido en el RAV4 más potente y eficiente hasta el momento, con 306 caballos. Mientras en la primera generación predominaba la deportividad y la diferenciación, el crossover japonés ha ido derivado hasta lo que conocemos hoy en día, un coche cómodo, para todas las situaciones, con niveles excepcionalmente bajos de consumo y un alarde de tecnología en seguridad de Toyota.
Al final, el modelo que nació como una rara avis, al combinar elementos de dos mundos diferentes, acabó convirtiéndose en todo un icono que, tres décadas después, está más vivo que nunca.