Volkswagen Driving Experience, aventura en Marruecos
Cruzamos Marruecos al volante del recién renovado Volkswagen Touareg, disfrutando de las singularidades del país, conociendo a fondo el coche y su sorprendente rendimiento en toda condición y mejorando nuestro nivel de conducción
Bajo el nombre Volkswagen Driving Experience, la marca alemana cuenta con una de las mejores escuelas de conducción de nuestro país. Desde hace 18 años, por sus manos han pasado más de 25.000 alumnos. Así, la escuela y dentro de su programa 4Motion, dedicado al Off-Road, contempla un curso de conducción sobre hielo y nieve y la Off-Road Adventure Marruecos, en la que tuvimos la suerte de participar. Pero la VW Driving Experience es mucho más, ya que cuenta con tres niveles específicos de asfalto: Race Tour, Escuela R y Escuela GTI.
El objetivo de estos cursos es muy claro: dar a conocer el producto y los sistemas de seguridad que VW integra en sus diferentes modelos y, sobre todo, mejorar el nivel de conducción y seguridad al volante. Hemos realizado varios de estos cursos -abiertos a todo el público, no sólo a usuarios de la marca y con precios muy razonables- y les podemos garantizar que en todos ellos hemos mejorado nuestra técnica de conducción.
Al desierto y con un cochazo
La propuesta no podía ser más atractiva: seis días atravesando Marruecos desde Marrakech, en un grupo de sólo 12 personas, con un Touareg R-Line 3.0 V6 TDI de 286 cv y con Luis Moya, el dos veces campeón del mundo de rallyes como copiloto del gran Carlos Sainz, como guía.


Comienza la aventura
Tras pasar la noche en uno de los hoteles más lujosos de Marrakech, donde nos dieron las principales claves del viaje, nos reunimos en la puerta del hotel al amanecer, dónde los ocho impecables Touareg nos aguardaban. A primera vista eran unidades completamente de serie y sólo unos neumáticos mixtos de Continental, montados en llantas de 18 pulgadas -el diámetro final era prácticamente el mismo que la monta de serie, aunque eran un poco más estrechos-, les distinguían.Salimos hacia el desierto, cruzando el Alto de Tichka -el paso de carretera más alto del Norte de África con 2.660 m de altura- y pudimos comprobar que los neumáticos funcionaban bien en asfalto, que la excelente insonorización del coche aislaba el ruido y las vibraciones que estos neumático suelen transmitir y que pese al tamaño y el peso del Touareg -4,87 metros de longitud por 1,98 de anchura y 1,71 de altura, para 2.070 Kgs- resulta ágil y rápido en las serpenteantes carreteras, apoyado en su excelente cambio automático de 8 velocidades. Su buena aceleración, de 0-100 Km/h en 6,1 segundos, autoriza adelantamientos fulgurantes y puestos a correr, conviene mencionar que la criatura es capaz de alcanzar los 235 Km/h.

Llegamos así al segundo día, dónde recorreríamos la ruta de Ouarzazate -famosa por ser la entrada al desierto del Sahara- hasta Merzouga -pueblo en el mismo desierto- cruzando el famoso mar de dunas del Erg Chebbi. Dejamos los hoteles y pasamos nuestra primera noche en un campamento de jaimas (tiendas de campaña árabes). El ambiente va mejorando, todos empezamos a conocernos y las continuas bromas del bueno de Luis Moya hacen que todo fluya. Mañana toca desierto.
Arena y dunas
El madrugón de ése día se justificaba por un briefing con un "pequeño curso de conducción en dunas". Así nos citamos todos en torno a una duna donde había clavado uno de los Touareg y el monitor nos esperaba con sendos Touareg de juguete, uno en cada mano, con lo que nos explicó, con una claridad meridiana, cómo debíamos circular en caravana, que programa de conducción emplear en cada caso, como y por dónde atacar las dunas… puede resultar curioso, pero es de las veces que mejor nos han explicado esto.

Nos detuvimos para almorzar en una bonita fortificación abandonada a los pies de una, esta vez sí, duna gigante. Para mi sorpresa, a los postres nos explican cómo la vamos a atacar, hasta la cumbre. Todos miramos como el monitor atacaba a plena potencia hasta llegar arriba, mostrándonos el camino. El segundo en subir fue Luis Moya, que no dudo en tomar un walkie-talkie y darnos instrucciones desde la cumbre de por dónde habíamos de trazar y cuando acelerar. Todos conseguimos subir, en ésta ocasión nadie "¡la cagó, Luis!".
La confianza iba en aumento, tanto en el coche, como en nuestra conducción y los monitores alababan nuestra precaución y obediencia, por lo que decidieron variar la ruta del día siguiente y premiarnos con un recorrido mucho más complicado y difícil que el previsto, pero también mucho más bonito.
La ruta imposible
Ya habíamos pasado Boulmane Dades -situada en el Alto Atlas, en una zona famosa por sus paisajes y por ser la cuna del pueblo bereber-, y nuestro destino era Ait Ben Hadu -el pueblo fortificado más característico de todo Marruecos, inmortalizado en cientos de películas famosas-, ruta que conocíamos de otras ocasiones, pero no contábamos con el premio de nuestros osados monitores. Así, y aunque ya llevábamos muchos kilómetros fuera del asfalto, por terrenos duros y también por blandas arenas, comenzamos un recorrido cuya superficie era pura roca, con piedras de enorme tamaño, pasos estrechos y complicados, desniveles profundos, escalones y toda suerte de dificultades, propias de coches muy preparados para un recorrido de este calibre.Una vez más y gracias a la increíble suspensión neumática del Touareg, y a sus muy bien estudiados ángulos de ataque, salida y vadeo, la caravana transitaba a ritmo lento pero sin detenerse, ante nuestro ya manifiesto estupor.

El colmo fue cuando vimos un par de 4x4 muy modificados y atractivos que circulaban en sentido contrario y nos advirtieron de que no se podía pasar, de que más adelante se ponía peor… una pena no habernos quedado con sus contactos para enviarles unas fotos de nuestra llegada a Ait Ben Hadu, por el centro de la rambla que atraviesa el pueblo.
De vuelta y conclusiones
Al día siguiente nos dimos otro palizón de kilómetros pues el objetivo era llegar a Marrakech cuanto antes. Teníamos también nuestra dudas de que tras el castigo al que habíamos sometido a nuestros Touaregs la vuelta fuese tan confortable, puesto que siempre hay alguna llanta tocada o un tirante algo doblado, pero nada de eso, el confort, la suavidad y el silencio de marcha permanecieron intactos, igual que su aceleración y agilidad. Pocas veces tenemos la posibilidad de llevar un coche hasta estas cotas en nuestras pruebas, pero desde luego el Touareg ha superado con creces nuestras elevadas expectativas, de hecho, ya no nos parece ni tan caro -entre 64.730 y 85.160 euros, mientras que el que condujimos costaba 81.145 euros-.
