¿Vale la pena comprar el Volkswagen ID.4 GTX?
Vamos a analizar si los GTX son los auténticos GTI de la gama eléctrica, como pretende Volskwagen
No hay amante de los coches que no se venga arriba si escucha estas tres letras juntas: GTI. Con ellas Volkswagen ha logrado crear todo un icono en el automovilismo. Una raza que podría estar cerca de la extinción con la llegada de los coches eléctricos, ya que está estrechamente ligada a los motores de combustión. GTI proviene de ‘Grand Turismo Injection’, es decir, gran turismo de inyección. Pero los eléctricos no tienen inyección…

El ID.4 GTX está disponible desde unos 51.000 euros, mientras que el modelo más potente de la gama sin esta nomenclatura parte desde algo más de 46.000 euros. Es decir, que entre ambos hay una diferencia de unos 5.000 euros. Vamos a ver qué ofrece el GTI de los eléctricos de Volswagen para elevar su precio.

Lo más distintivo en el interior es que la superficie superior del salpicadero y los revestimientos de las puertas se han pintado en azul y cuentan con una costura roja muy ‘racing’. Y para que se vea bien que es el GTX encontramos estas siglas en los propios asientos y el volante.

La versión más potente
El diseño exterior, un habitáculo más sofisticado, el equipamiento… Todo eso está muy bien, pero lo que realmente ha distinguido siempre a un GTI son las prestaciones y las sensaciones que transmite al volante. Y para ello, Volkswagen ha dotado al ID.4 GTX de un conjunto propulsor específico.

En la práctica, la mayor potencia del ID.4 GTX se nota, y mucho. El empuje es realmente impresionante gracias a la entrega de par inmediata y a su gran potencia. Basta con rozar el pedal del acelerador para salir disparado independientemente de la velocidad a la que se circules. Eso sí, la potencia máxima sólo se entregará durante 30 segundos y si la batería está a más del 88%. Cosas de eléctricos…
Sorprendente dinamismo
Más potencia, requiere mayor control. Por defecto el GTX nos propulsará con el tren trasero, y sólo si se necesita más apoyo del eje anterior traccionarán las ruedas delanteras. Por eso las ruedas posteriores son más anchas que las delanteras: 255 y 235 milímetros, respectivamente. Con esto se busca tener más superficie de contacto con la carretera para evitar que perdamos el culo con tanto empuje.Por lo que respecta a la suspensión y la dirección, lo interesante en este coche es montarle el paquete Sport que incluye muelles 15 mm más cortos y más duros, y una dirección de desmultiplicación variable. Aunque puestos a gastar dinero, mejor pasar al paquete Sport Plus con la dirección variable y amortiguadores adaptativos.

El bajo centro de gravedad, gracias a la posición de las baterías en la base del coche, permite disfrutar de una buena estabilidad en casi cualquier circunstancia, lo que se traduce en confianza y seguridad en el paso por curva. El coche es bastante ágil en virajes, pero hay que tener en cuenta en todo momento que es un vehículo pesado y eso nos puede jugar una mala pasada si vamos demasiado rápido.

Hablando de un coche eléctrico no podíamos dejar de mencionar la autonomía. El GTX cuenta con la misma batería de sus hermanos de gama, de 77 kWh, pero debido principalmente al mayor peso por los dos motores eléctricos, y su elevada potencia, la autonomía se ve reducida, pasando de 514 a 478 kilómetros. Es el precio que hay que pagar por la diversión. Y más si se conduce el coche como invita a hacerlo. En ese caso la batería vuela.
Conclusión final
Sustituir a unas siglas GTI por GTX es algo tremendamente complicado, y creemos que sólo sucederá con el paso del tiempo. Al margen de eso, lo que está claro es que este coche se merece un distintivo por su deportividad, ya que es más radical y divertido que sus hermanos. Todavía está lejos de ser un GTI, pero creemos que Volkswagen está en el buen camino.
