¿Cuánto alcohol puedes beber esta Navidad sin dar positivo?
Una cerveza y media es suficiente para dar positivo y ningún método de los que se cuentan por ahí son efectivos en un control.
Da igual lo que se diga o se cuente, si se ha ingerido alcohol se va a reflejar en el control de alcoholemia. Así que la única manera de dar 0,0 esta Nochebuena o en Navidad es hacer caso a Stevie Wonder: "Si bebes, no conduzcas".
Alcohol y conducción es una combinación mortal. Y no es un dicho; es un hecho: de cada 100 accidentes mortales, entre 30 y 50 están relacionados de forma directa con la ingesta de alcohol. Un dato escalofriante pero no intimidante, ya que el 42% de los usuarios admite haber conducido bajo los efectos del alcohol alguna vez.
La alcoholemia representa el volumen de alcohol que hay en la sangre y se mide en gramos de alcohol por cada litro de sangre (g/l) o su equivalente en aire espirado. Por pequeña que sea, una tasa de alcoholemia positiva puede alterar la capacidad de conducción, incrementando el riesgo de accidente. Por ello, la tendencia a nivel internacional es ir rebajando las tasas máximas permitidas, con la finalidad de alcanzar al menos el límite de 0,1-0,2 g/l para conductores en general y a 0,0 g/l para los profesionales.
Por ahora, en España contamos con una tasa permitida de alcohol en sangre de 0,25 g/l y 0,25 mg/l en aire respirado para los conductores en general, y 0,3 g/l en sangre y 0,15 mg/l en aire para profesionales. Según estimaciones, de media un hombre necesitará una cerveza y media para marcar, mientras que las mujeres podrían hacerlo con una única toma. Si sois más de vino, dos copas para los hombres y una y media para las mujeres podrían ser suficientes.
Depende de la persona
Como se suele decir, un mismo tipo y cantidad de bebida se presenta en varios colores, ya que el alcohol afecta de modo diferente a distintas personas, teniendo en cuenta su sexo, peso o edad, entre otros factores.
Las personas menores de 18 o mayores de 65 años son más sensibles a los efectos del alcohol. También se distribuye por el cuerpo de forma distinta en hombres y en mujeres, por lo que estas últimas pueden presentar tasas de alcoholemia más altas con la misma cantidad de bebida, especialmente si son jóvenes. La distribución y concentración del alcohol también es diferente en una persona gruesa que en una delgada, a la que le afectará más la bebida.
Independientemente de la persona, la absorción del alcohol depende directamente de la velocidad a la que se ingiera. Cuanto más rápido se tome la bebida, mayor será la velocidad de absorción y la cantidad total de alcohol que pase a la sangre. Por ello, es recomendable beber pausadamente e intercalar alguna bebida no alcohólica entre dos alcohólicas.
De igual modo, la absorción del alcohol es más lenta en bebidas fermentadas (como cerveza o vino) que en las destiladas (como whisky, ron o ginebra), por lo que estas últimas afectan más. Además, el alcohol tomado junto a bebidas gaseosas (como cola o gaseosa) o tomada caliente puede favorecer la rapidez de aparición de la alcoholemia.
Y todo ello teniendo en cuenta que la rapidez de absorción del alcohol depende de la cantidad que llegue al intestino delgado, por lo que es vital cuántos alimentos se han consumido antes y durante la ingesta de alcohol. Cuando el tubo digestivo está vacío, la cantidad de alcohol que pasa a la sangre es mayor y lo hace de forma más rápida. Por ello, no es nada recomendable consumir alcohol sin haber comido nada.
Una vez se ha bebido, el alcohol puede empezar a detectarse en la sangre a los 5 minutos de haberlo ingerido y alcanza su máximo nivel entre los 30 y 90 minutos siguientes. Desde ese instante comienza a desaparecer de forma gradual, siendo esta acción mucho más lenta durante el sueño, por lo que si el consumo de alcohol ha sido elevado, es posible que por la mañana aún se mantenga una alcoholemia positiva.