Posición de conducción: ¿Cómo sentarse correctamente al volante?
La posición de conducción es el primer aspecto que debemos trabajar si queremos conducir de manera más segura, cómoda e incluso deportiva.
Convertirse en un buen conductor no está únicamente relacionado con la normativa vial, que es la reglamentación que nos ayuda a convivir con el resto de usuarios cumpliendo ciertas pautas y códigos de circulación. Podemos no sobrepasar jamás el límite de velocidad y, aun así, sufrir un accidente con lesiones importantes o mortales al no ir bien sentados frente al volante. La posición de conducción es uno de los aspectos más relevantes de la seguridad, pero también es clave para poder mejorar nuestras habilidades, tal como nos explican los instructores del Advanced Driving Center del RACC.
Esta temporada realizaremos una serie de vídeos en colaboración con los centros de Conducción Avanzada del RACC. Hablaremos de los detalles más básicos, como la posición de conducción, pero también de las estrategias a seguir para conducir de manera más eficiente, frenar correctamente y aparcar a la primera, entre otras maniobras. El primer curso lo realizamos en sus instalaciones de Madrid, con más de 52 mil metros cuadrados con superficie deslizante, plataformas hidráulicas, pistas de poca adherencia, colinas e incluso una zona offroad para 4x4.
Lo más abajo posible
Entre los cursos de conducción del RACC encontramos la modalidad de seguridad, pero también clases de conducción deportiva o para reforzar el apartado de riesgos laborales de tu empresa. Hoy empezaremos de cero y con un aspecto que, sorprendentemente, suele ser el fallo más común entre los conductores: la posición de conducción.
La moda de los SUV es un claro ejemplo de la necesidad de muchos conductores de sentarse en una posición elevada al volante, como si así lo pudieran controlar todo. Ese es el primer error y nos obliga a mirar cerca, a lo que sucede frente al morro del vehículo. Esta es una sensación de seguridad infundada que nada tiene que ver con la realidad y sí con no dirigir la vista hacia la carretera, una acción que nos concede anticipación en tiempo y distancia.
Por ese motivo, el primer punto es que la altura del asiento debe ser lo más baja posible. De este modo, estamos más cerca del centro de gravedad del coche y controlaremos mejor las inercias, al tiempo que evitamos estar cerca del techo o los pilares del vehículo en caso de accidente de tráfico. Ajustaremos, por tanto, la altura como primer punto, aprovechando la amplia regulación que ofrecen los coches de hoy en día.
El respaldo a unos 95 grados y piernas semiflexionadas
El respaldo del asiento es el siguiente punto a modificar, sea cual sea el tipo de trayecto que vayamos a realizar. En función de la escuela de conducción te darán un grado u otro, siendo siempre alrededor de los 95 a 100 grados en función de tu estatura. El objetivo de este gesto es que toda tu espalda, con los hombros incluidos, estén en contacto con el asiento para evitar el efecto submarino (escurrirse por debajo del cinturón) y la fatiga durante la conducción.
Una vez regulado el respaldo, y el reposacabezas dos dedos por encima de la coronilla, toca regular la distancia hasta los pedales. Para ello, lo mejor es realizar una frenada con todas tus fuerzas (frenada de emergencia) pisando a fondo el pedal central y el embrague. En esta posición, nuestra pierna debe quedar ligeramente flexionada y jamás llegar a la extensión completa, así evitaremos sufrir lesiones directas a la cadera en caso de impacto.
¿Y el volante?
Tenemos la posición en altura, distancia a los pedales y respaldo del asiento, clave para que el cinturón haga su función a la perfección en hombros y cintura. Como detalle excelente, deberíamos apretar la tira hacia nosotros para evitar posibles holguras en caso de impacto y distanciar nuestro torso lo máximo posible del volante y el airbag, que se despliega violentamente frente a nosotros.
Esa bola de aire se dirigirá hacia nuestra cara si no tenemos el volante bien colocado, así que pasemos al siguiente punto. La colocación de las muñecas por encima del volante es el truco más manido y utilizado en las autoescuelas, pero pocas avisan de que la parte más alta del círculo debería quedar frente a nuestra barbilla. De ese modo no llevaremos las manos muy altas, evitando así fatiga al perder riego sanguíneo de quedar más arriba de los hombros.
Una vez tenemos la altura del volante, pasamos a la profundidad, un aspecto que se regula en casi todos los vehículos del parque actual. Es entonces cuando la acción de las muñecas cobra sentido, además de colocar la derecha sobre las dos (posición horaria) y la izquierda a menos diez (posición horaria), creando así un ángulo casi de 90 grados con los codos. De nuevo, si probamos una frenada de emergencia, los brazos no pueden quedarse completamente rectos.
Esta colocación de conducción, y de volante, nos concede más seguridad, pero también un control superior sobre los sentidos que implican ir al volante: tacto y vista. Una vez sigues estos pasos comentados, la movilidad de tus manos será natural e impedirá que cruces los brazos para realizar las maniobras principales de circulación. Ese acto, ‘casi prohibido’ en los cursos de conducción segura, solo se recomienda para el aparcamiento o el contravolante de un derrape.