Francisco Hidalgo: “El motor de combustión probablemente tenga sentido todavía”

Francisco Hidalgo, director general de Dacia, participó recientemente en TED (Tecnología, Entretenimiento y Diseño), un evento anual en el que algunos de los pensadores y emprendedores más importantes del mundo comparten sus conocimientos e inquietudes. El máximo responsable de la marca del Grupo Renault en España ofreció su visión sobre el actual estado de la industria automovilística y cómo esta se debe enfrentar a los retos que la están transformando por completo: la electrificación, la movilidad y la autonomía.

Aunque parezca que el problema de la industria automotriz sea algo sectorial, lo cierto es que afecta a toda la sociedad, y especialmente a la europea. Como destacó Hidalgo “cada año se producen 70 millones de coches y a día de hoy por las carreteras mundiales circulan más de 1.500 millones de coches. Cada uno de esos coches tiene más de 30.000 piezas diferentes. Por ejemplo, el Smartphone de última generación que todos llevamos en el bolsillo tiene como mucho 500 piezas. En España a día de hoy se venden 71 marcas diferentes de coches. Somos el segundo país productor de automóviles de la comunidad europea, y la industria del automóvil en España directa o indirectamente emplea un 10% de la población activa, pesando el sector un 9 % de nuestro PIB”. Por tanto, la salud económica de ésta, afecta directamente a prácticamente toda la sociedad.

Europa ha dominado la industria automotriz durante décadas con sus motores de combustión interna. Pero ahora le toca ‘reciclarse’ y aprender de otros países más avanzados en la impuesta movilidad eléctrica. Según Hidalgo, “esta industria se encuentra en estos próximos cinco años en el periodo más crucial y con más cambios de los últimos 100 años. Hay que reconocer que el automóvil es un actor principal del calentamiento climático. Los más de 1.000 millones de coches que hemos visto por las carreteras mundiales representan casi 10 % de las emisiones de CO2. Ello está provocando un cambio drástico importante hacia la electrificación. Pero este paso definitivo hacia el coche eléctrico tiene unas implicaciones millonarias para esta industria”.

“La industria occidental del automóvil, como en España que ha sido el líder mundial de motores de combustión, está inmersa en un periodo de adaptación que no se mide en años sino en décadas. No podemos electrificar estos 1.500 millones de coches de la noche a la mañana por lo que tendremos que seguir buscando alternativas y el motor de combustión probablemente tenga sentido todavía. Nuevas líneas de investigación como la hibridación, el uso de carburantes sintéticos, permitirá reducciones importantes de CO2 a un coste menor para el usuario, pero estas tecnologías también implican grandes inversiones que necesitan mucho tiempo y mucho volumen para amortizarlas.

Otro gran reto al que se enfrenta la industria automovilística en la actualidad es al de la movilidad. Para el director general de Dacia, “se está pasando de la propiedad al uso. Ese cambio de enfoque implica un cambio total en la forma de concebir vender y fabricar coches, que serán compartidos, lo que implica una gran necesidad en desarrollo de software, conectividad.

El tercer gran desafío de la industria automotriz es la autonomía de los vehículos. “El coche autónomo pasa de tener ayudas a la conducción a tomar el control. Aparte del desafío tecnológico que ello conlleva, abre la puerta a que nos formulemos muchas preguntas con implicaciones legales, pero también éticas y morales: ¿Quién es responsable en caso de accidente con un coche autónomo? ¿Cómo debe comportarse, como debe programarse el software de un vehículo autónomo, cuando en caso de accidente tiene que elegir entre dañar a su piloto o un perro que pasa por la carretera?

Hidalgo es tajante respecto a lo que debe hacer la industria del automóvil para enfrentarse a estos tres grandes desafíos: “Los 150 años de experiencia en el mundo del automóvil son hoy en día más una carga que una ventaja. El sector ha practicado durante 150 años un juego exigente cuyas reglas conocía y controlaba, cosa que no sucede hoy en día”.

El director general de Dacia cree que las empresas automovilísticas tienen tres formas distintas de enfrentarse a estos cambios. “La primera es aplicando recetas del pasado, haciéndose más grandes, e intentando internalizar todos los desarrollos para ser capaz de atacar al mismo tiempo los tres desafíos. Estamos viendo los últimos años unos movimientos de consolidación de creación de auténticos mastodontes industriales con una capacidad de inversión prácticamente ilimitada. Empresas que son potentes, que tienen muchos medios, pero que son lentas y torpes ante un mundo cambiante”.

“Otra posibilidad para aquellas empresas que son pequeñas y que no pueden ellas solas mantener estos desafíos, pero quieren mantener sus señas de identidad, es la de elegir una de entre todas esas nuevas cadenas de valor que se abren. Aquella que piensan que tiene más posibilidades. Estrategia valiente pero arriesgada”, añadió Hidalgo.

Y existe una tercera vía para aquellas empresas que reconocen que no saben hacerlo todo, que consiste en “abrirse creando verdaderas plataformas de colaboración. Hubs de empresas de cooperación y subempresas, cada una de ellas adaptada a una parte de la cadena de valor: vehículo de combustión, electrificación, conectividad, vehículo autónomo..., asociándose cada una de ellas con los expertos que conocen, permitiendo desarrollos avanzados. Es difícil saber hoy en día cual será la vía acertada, aunque a mí me atrae más la idea de colaborar”, sentenció Hidalgo.

Para Hidalgo, lo único que está claro es que “la industria del automóvil en un futuro cercano será muy diferente a todo lo que hemos conocido hasta ahora, de la misma manera el coche del futuro será muy diferente: será autónomo, electrificado y conectado, o incluso el famoso coche volador, pero tenemos que conseguir que esos momentos compartidos sigan formando parte de industria. Al final los políticos son los que marcan las normas del juego, y para los que no lo sepáis en 2035 sólo se podrán vender coches eléctricos, y 2035 está a la vuelta de la esquina. La industria del automóvil es un gran transatlántico, que una vez está lanzado es muy difícil de maniobrar, por lo cual necesitamos estabilidad, necesitamos visibilidad para poder hacer una transición ordenada, y eso depende en gran parte de las instituciones políticas. Tenemos que ayudarnos entre todos, para que no se quede nadie detrás y seguro que lo conseguiremos”.