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El primer coche que rodó por la Luna aterrizó en el Salón de Barcelona

La edición de 1977 del Salón del Automóvil de Barcelona exhibió una réplica del primer coche que circuló sobre la superficie de la Luna en 1971

En los cien años de ‘aventura’ de Automobile Barcelona también hay hueco para la conquista del espacio. Uno de los vehículos que circulaban más allá de la atmósfera ‘aterrizó’ en la edición de 1977 del Salón Internacional del Automóvil de Barcelona. Evidentemente se trataba de una reproducción, una maqueta del original, pero se convirtió en una de las propuestas más comentadas de ese año.

Se expuso una reproducción del LRV001 (Lunar Roving Vehicle), un auténtico pionero de los todoterreno del espacio. Fue el primer coche que circuló fuera de la Tierra y llegó a la Luna a bordo de la nave Apolo 15 el 31 de julio de 1971.

$!La reproducción del LRV001 en el Salón del Automóvil de Barcelona (1977)

Sus primeros conductores fueron los astronautas David Scott y Jim Irwin. Se trataba de un vehículo diseñado para circular con muy poca gravedad y temperaturas bajo cero (unos 150 grados negativos) y en su viaje llegó a cubrir una distancia de 27,8 kilómetros... para lo que empleó tres horas y dos minutos. A priori su velocidad máxima era de 3 o 4 kilómetros por hora. El LRV no podía alejarse más de 9,6 kilómetros del módulo lunar ya que era la distancia estimada para regresar a pié si el vehículo dejaba de funcionar.

$!El LRV001 original de 1971

El LRV001 era un descapotable que fue fabricado por la empresa norteamericana Boeing y que contó con la colaboración de Delco Electronics (propiedad de General Motors). Estaba construido en aluminio dorado, tenía cuatro ruedas de 81,8 centímetros de diámetro y 23 centímetros de ancho, unidas por un disco de aluminio y titanio. Eran ruedas de malla de acero (tejidas con cuerdas de piano) en las que estaban los motores de 0,24 CV cada uno y contaba con dos asientos que se podían abatir. Medía 3,10 metros de largo, 1,80 metros de ancho y su peso total era de 181 kilos. Obviamente se trataba de un coche eléctrico y en la parte delantera de la carrocería se ubicaban las dos baterías de 36 voltios (compuestas de una combinación de pata y zinc) que no eran recargables. Su autonomía estaba cifrada en 78 horas.

$!El LRV001 original de 1971

Contaba con un sistema de navegación y una unidad de proceso de información. También llevaba repetidores de comunicación de radio, tomavistas de 16 milímetros con cargadores, telecámaras, fotocámara de 70 milímetros, perforadora de suelo, pinza para recoger muestras, magnómetro, herramientas y repuestos. También llevaba un giroscopio direccional que ofrecía información sobre el sentido de la marcha y odómetros en las ruedas para medir la velocidad y la distancia.

El LRV001 llegó a la Luna empaquetado en una caja de 90x150x170 centímetros y los astronautas de la misión Apolo 15 tardaron 20 minutos en desplegarlo y montarlo. Este sistema fue el mismo que se emplearía en misiones posteriores ya que, actualmente, siguen aparcados en la Luna otros dos LRV que llegaron con las misiones Apolo 16 y Apolo 17. El desarrollo de estos tres vehículos (y un cuarto de repuesto) tuvo un presupuesto inicial de 19 millones de dólares (16,9 millones de euros hoy)... que acabaron siendo 38 millones (unos 33,8 millones de euros).

$!Otro LRV llegó a la Luna con la misión Apolo 16 (1972)

Pero los LRV no han sido los únicos coches que se han sumado a la carrera espacial. La NASA (la agencia aeroespacial norteamericana) lleva más de 50 años tratando de llevar al hombre más allá de la Tierra. En 2008 presentó un pequeño vehículo denominado SPR (Small Presurized Rover) que era capaz de alcanzar los 10 km/h. Los trabajos preliminares sirvieron para desarrollar nuevos prototipos como el que se encuentra en la nave 9B del Centro Espacial Johnson de Houston (Texas). Allí está guardado el LER (Lunar Electric Rover), un prototipo de 12 ruedas con el que Estados Unidos piensa viajar de nuevo a la Luna para realizar tareas de investigación. Tiene doce motores eléctricos de 8 CV cada uno situados en las ruedas.

$!LER (Lunar Electric Rover)
$!LER (Lunar Electric Rover)

Tras posarse en la Luna en 1971 y dar algunos paseos en coche, Marte era otro de los destinos preferidos por la NASA, aunque les costó lo suyo empezar a rodar. Los rusos también centraron sus trabajos en el planeta rojo con distinto resultado. En 1971 Rusia (entonces la URSS) habría llevado el primer coche al espacio, se trataba del Prop-MRover que viajaba a bordo de la nave Mars2. No llegó a aterrizar en condiciones, como tampoco lo hizo su nave gemela Mars3 (al menos eso parece porque se perdió la comunicación a los 20 segundos de tomar tierra).

El Mars Pathfinder, con el Sojourer Rover en su interior, sí aterrizó el 4 de julio de 1997 en Marte, perdiéndose las comunicaciones en septiembre de ese mismo año. Otro vehículo llegó al planeta en 2003, el Beagle2, pero también se perdió. Finalmente los que sí obtuvieron éxito fueron el Spirit, el Opportunity y el Curiosity.

El primero, el Spirit (MER-A) llegó a poner sus ruedas en Marte el 16 de enero de 2004. Era un modelo alimentado por baterías de plutonio que dejó de transmitir información en marzo de 2010 tras haber cubierto 7,73 kilómetros... en seis años. Su compañero de misión, el Opportunity (MER-B), llegó al planeta pocos días después en 2004 y estuvo realizando tareas de exploración hasta el 12 de junio de 2018, que ya no respondió a las instrucciones desde la Tierra después de circular durante 40,25 kilómetros.

El tercer coche explorador de Marte es el Curiosity. Lanzado el 26 de noviembre de 2011, aterrizó el 6 de agosto de 2012. Mide tres metros de largo por 2,8 de ancho, con una altura máxima de 2,2 metros y un brazo robotizado de 2,1 metros de largo. Tiene seis ruedas de 50 centímetros de diámetro y cada una de ellas lleva un motor eléctrico alimentado por un generador termoeléctrico que genera también calor. Las baterías recargables son de ion-litio. Incorpora 10 instrumentos científicos (incluyendo espectrómetros, detectores de radiación y sensores ambientales). Sigue en activo y manda fotografías del planeta rojo y toma muestras.

$!El Rover Curiosity

Pero como la imaginación no tiene límites y el espacio siempre ha sido tan fascinante, algunos fabricantes de automóviles que estuvieron presentes en la edición del Centenario de Automobile Barcelona, también se sumaron a la carrera espacial. Destaquemos las apuestas de Audi, Tesla y Toyota.

La marca de los cuatro aros diseñó en 2017 para la película Alien Covenant el llamado Audi Lunar Quattro, modelo que también sirvió para un anuncio publicitario de la marca con una historia en la que una expedición espacial del año 2030 aterriza en la luna y encuentra las huellas de Neil Armstrong de 1969, las marcas de rueda del LRV001 de 1971... y las del Audi Lunar Quattro de una expedición imaginaria de 2019.

$!Audi Lunar Quattro

Tesla ha sido la marca que sí ha lanzado un coche de la Tierra al espacio. Elon Musk no paró hasta lanzar en el cohete Falcon Heavy de su empresa Space X un Tesla Roadster de verdad. De hecho es el coche que el propio Musk usaba ocasionalmente. El coche se encuentra situado en una posición en el cohete que permite ser visto en todo momento por las cámaras (incluyendo al muñeco equipado con un traje espacial). Operación de márketing puro y duro... que en septiembre culminó su primera órbita alrededor del sol camino de Marte.

$!El Tesla Roadster en el espacio
$!El Tesla Roadster en el espacio

Toyota ha colaborado con la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) para crear un vehículo de seis ruedas presurizado de pila de combustible de hidrógeno, que contaría con una autonomía de más de 10.000 kilómetros para circular sobre la superficie lunar. Para lograrlo, el vehículo utilizará el sistema de celdas de combustible de Toyota. Su tamaño será similar al de un minibús, con 6 metros de largo, 5,2 metros de ancho y se extiende a una altura de 3,8 metros.

$!El vehículo espacial de Toyota y JAXA
$!El vehículo espacial de Toyota y JAXA

Algunos no han despegado todavía, otros sí, y no regresarán jamás. Los protagonistas de esta historia del Automobile Barcelona siguen aparcados allá arriba. Esperemos que no se les haya pasado la hora del ticket de la zona azul.