Probamos el Ford Explorer con su intenso sabor americano
Ford se trajo en 2020 un pedacito de su historia en Norteamérica, al comercializar en Europa el Explorer de séptima generación. Se trata de un enorme SUV de 7 plazas que en nuestro mercado se comercializa únicamente con un motor híbrido enchufable de tres litros y 457 CV de potencia.
Es un coche que impone. La primera vez que te sitúas frente a él ves el típico monstruo yanqui que sueles ver en las películas. Y no lo es tanto por su longitud general, pese a que ya hablamos de un coche que supera los cinco metros, como por su gran altura y robusto frontal. Y es que este SUV supera el metro setenta de altura y los dos metros de anchura. Por ello cuando lo ves venir de frente parece que se te esté acercando un auténtico tanque.
Estas enormes dimensiones exteriores permiten disfrutar de un espacioso habitáculo con hasta 7 plazas y un gran maletero. Tiene 635 litros con dos filas de asientos y la banqueta trasera corrida al máximo hacia delante, con los 15 cm que permite desplazarse longitudinalmente. Con los 7 asientos habilitados entrega 240 litros. Si se tumban todos los respaldos el espacio se eleva hasta los 2.274 litros.
Los asientos de la primera y segunda fila son tan grandes y cómodos como cabe esperar de un coche de estas características. Y las dos plazas traseras lo suficientemente confortables como para que viajen dos niños cómodamente, o dos adultos ocasionalmente sin demasiadas estrecheces.
La unidad de pruebas correspondía al acabado tope de gama llamado Platinum, con elementos exclusivos como:
Todo ello, sumado a la ya de por sí excelente dotación de serie de este modelo, a las amplísimas dimensiones interiores, a la comodidad de los asientos, al buen aislamiento del habitáculo, y a la calidad de rodadura del SUV, hace que se disfrute de una calidad de vida a bordo extraordinaria en el interior.
Etiqueta Cero de la DGT
Aunque por su aspecto norteamericano cabría esperar que bajo el capó llevase un monstruoso motor gasolina, lo cierto es que Ford ha adaptado a este SUV para Europa y sus restricciones medioambientales, dotándolo de un motor PHEV de 457 CV. Combina un bloque V6 con un segundo motor eléctrico alimentado por una batería de 13,1 kWh, que le permite recorrer 42 kilómetros en modo 100% eléctrico.
Esto le da acceso a la etiqueta Cero de la DGT para entrar sin problemas en las ZBE, y le ayuda a rebajar el consumo de combustible. Precisamente éste fue uno de los aspectos que más nos sorprendió. Esperábamos una cifra bastante elevada por el motor de seis litros combinado con las enormes dimensiones y las casi las 2,5 toneladas peso. Pero la realidad es que, en un trayecto mixto por autopista, carretera y algo de ciudad, se conformó con poco más de diez litros a los cien.
Estamos seguros que de haber exprimido más la parte eléctrica del Explorer con más conducciones libres de consumo por ciudad, hubiésemos rebajado todavía más el consumo, llegando a unos 9,5 l/100 km.
Polivalente y fácil de conducir
El mayor tiempo al volante del Explorer lo pasamos en autopista, donde ofrece un rendimiento extraordinario, con una gran sensación de aplomo y seguridad, y un rodar suave y silencioso. En este contexto se agradecen los múltiples sistemas de ayuda a la conducción, y que permiten contar con una conducción semiautónoma de nivel 2.
En carreteras secundarias en peor estado que la autopista, el SUV mantuvo su suave rodadura, con un trabajo más que destacable de las suspensiones. También nos gustó la capacidad de respuesta del motor para realizar adelantamientos. El motor PHEV mueve con una increíble soltura el pesado Explorer tanto desde parado como en recuperaciones. Y en eso tiene mucho que ver el apoyo del motor eléctrico con su entrega de par inmediata y sus brutales 840 Nm de par motor. Es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 6 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 230 km/h.
Pero sin duda donde más protagonismo cobra la vertiente eléctrica del Explorer es en ciudad. En la urbe se rueda en silencio y sin consumir combustible la mayoría del tiempo, si se tiene algo de reserva de energía en la batería. Además, y contra todo pronóstico, este gran SUV es un coche que se desenvuelve bien por ciudad. Las ayudas a la conducción y el aparcamiento, la altura de la posición de conducción, el buen ángulo de giro, y la enérgica respuesta del motor, hace que casi olvidemos que llevamos entre manos un coche de más de cinco metros de longitud.
Una vez se agota la batería, esta se puede recargar en una toma convencional en unas seis horas. En un wallbox de 3,7 kW se reduce el tiempo a algo más de cuatro horas, para seguir rodando por ciudad sin emitir ni un solo gramo de CO2.
No probamos el Explorer en tramos off-road, pero viendo sus cotas, su altura y su fuerza, además de la efectividad de sistema de tracción total y pudiendo elegir los modos de conducción de Pista, Resbaladizo y Arena/Nieve, no cabe duda que de hubiese dado la talla.
El precio del Ford Explorer Platinum parte de algo más de 84.000 euros, y que a nada que lo ‘vistas’ un poco se te va a los 90.000. Es una gran inversión en la que hay que tener muy claro si se le va a sacar partido a todas las bondades del coche. Pero si eres de los que necesita un coche grande, con un gran interior, buena capacidad de carga, polivalente, seguro, avanzado tecnológicamente, y además con etiqueta Cero para entrar a la ciudad, el Ford Explorer es sin duda una opción más que recomendable.