Skoda Kodiaq: familia racing

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No vamos a descubrir a estas alturas la evolución del mercado hacia las carrocerías tipo SUV. Una clase de vehículo que arrasa en los rankings de ventas y que paso a paso se adueña del gusto de los conductores. Pero los clientes son cada vez más exigentes y los fabricantes quieren llegar más lejos con su oferta. El primer paso fue dotar a estos gigantes de unas prestaciones y aptitudes en el asfalto propias de un turismo. Y es que no dejan de sorprender lo rápidos y cómodos que pueden llegar a ser los SUV que actualmente se venden.  Pero ahora llega el Skoda Kodiaq con esta propuesta de 7 plazas y con el apellido más racing de la marca, RS. Si piensas que se trata simplemente de un maquillaje estético, sigue leyendo, porque te sorprenderá lo que vas a encontrar. Solo un dato para ir abriendo boca: ha bajado de los 10 minutos sobre el mítico trazado alemán de Nürburgring. Su tarjeta de presentación es una imagen mucho más agresiva que la de sus hermanos de gama. Se nota que estamos ante la variante más radical, y por eso han dotado al RS de un kit de carrocería con una calandra mucho más marcada y unos parachoques diferentes. Además, muchas partes de su cuerpo están acabadas en un color negro brillante y, en su trasera, aparecen dos enormes salidas de escape (una de ellas simulada). La guinda a tan sugerente pastel la ponen las llantas Extreme de 20 pulgadas, que son parte de su equipamiento de serie.

Refinamiento deportivo

Una vez abrimos la puerta, nos reciben dos espectaculares bacquets rematados en cuero y Álcántara. Unos asientos exclusivos, muy confortables y que ofrecen una perfecta sujeción cuando vamos deprisa. Además, viene con el nuevo logo rojo de la saga RS y con las costuras rematadas en el mismo color. Llama también la atención la calidad de su cuadro de instrumentos digital, que tiene diferentes configuraciones. Incluyendo una donde el tacómetro es el principal protagonista. De serie ofrece también una pantalla para el sistema multimedia que crece hasta las 8 pulgadas. Aunque, pese a todo lo apuntado hasta ahora, la percepción del habitáculo de este Kodiaq RS está más cerca del aspecto Premium y de calidad que de un muy marcado carácter racing. Por otra parte, sus ajustes son perfectos e incluso en su configuración más dura de suspensión y en carreteras en mal estado no se escuchan incómodos grillos. En la parte mecánica, el otrora fabricante checo ha montado bajo el capó del Kodiaq RS un motor diésel de 2 litros y tecnología biturbo. Un propulsor de 4 cilindros que desarrolla 240 caballos de potencia y un fabuloso par de 500 Nm.  Sin embargo, y pese a estos datos, la aceleración de este todocamino es más lineal de lo que nos esperábamos. Tan progresiva que te puede llevar a cometer el error de pensar que no corre lo suficiente. Además, la mejor de sus virtudes está en que ofrece un excelente rango de uso, pues empieza a empujar con decisión desde apenas 1.000 rpm y no desfallece hasta llegar a las 5.000. 

Viajero deportivo

Su comportamiento dinámico viene supeditado por su tamaño y peso. Pero tras estos dos condicionantes el resto del conjunto ayuda a que su agilidad sea mayor de la esperada. Empezando por un casi infatigable equipo de frenos de discos ventilados en las cuatro ruedas (340 mm delante y 310 detrás) y de tacto exquisito. Dispone de una suspensión adaptativa con tres ajustes predefinidos (Normal, Comfort y Sport). La diferencia entre ellos no es exagerada, pero sí perceptible, y cada uno cumple con el cometido que su nombre le otorga. Y es que en la opción más blanda el Kodiaq RS es un coche cómodo y capaz de cubrir largas distancias en autopista a ritmo inconfesable con apenas fatiga para los ocupantes.  Pero si la carretera se retuerce también tiene sus armas. La primera, un sistema de tracción total permanente regulado electrónicamente que estudia la situación y reparte la potencia según la necesidad. Llegando a poder mandar hasta un 85% de esta a la misma rueda.  Con la tracción asegurada, y un motor muy lleno, solo nos queda gestionar su caja de cambios. Y aquí encontramos todas las facilidades de la transmisión automática de doble embrague DSG que incorpora. A través de sus levas y con el trabajo formidablemente rápido, tanto subiendo como bajando sus  7 relaciones, el mantener ritmos vivos en carreteras de montaña es toda una delicia. Sí es cierto que en las zonas más viradas los casi 4,7 metros de su carrocería se muestran más perezosos a la hora de girar. Pero en zonas de curvas de radio medio o largo su agilidad puede llegar a sorprenderte. Ahí notarás su concepción deportiva, seguro, pero está muy lejos de la radicalidad de, por ejemplo, un Cupra Ateca. Además, dispone de cinco modos de conducción para lograr que los ajustes de suspensión, motor, cambio o dirección sean los idóneos. Por cierto, su dirección, de asistencia eléctrica y variable, cambia de dureza y siempre estará al gusto del conductor.  Estamos ante un coche hecho a conciencia que no ha dejado ningún detalle al azar. Como así lo demuestra su Dynamic Sound Boost, que es un amplificador del sonido del escape que está escondido bajo el paragolpes trasero. Un sistema que hace que el motor del Skoda Kodiaq RS emita un rugido digno de un enorme motor de gasolina.