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Convertir cicatrices en joyas, la tendencia “Kintsugi” que podría redefinir la restauración de vehículos

La tendencia de la restauración Kintsugi convierte las cicatrices de los coches en arte, contando la historia única de cada vehículo

En un giro innovador y poético dentro del mundo de la restauración automotriz, la técnica Kintsugi podría ganar popularidad entre los entusiastas de los vehículos clásicos y los restauradores más creativos.

Inspirada en la antigua práctica japonesa de reparar cerámica rota con resinas doradas para destacar sus “cicatrices”, esta técnica no busca borrar los defectos de un coche, sino exaltarlos, haciendo que cada marca, cada rasguño y cada abolladura cuenten una historia.

Una historia en cada cicatriz

Es una manera de mostrar que el vehículo ha vivido, ha sido testigo de caminos y aventuras, y que esas cicatrices son precisamente lo que lo hace único. Con esta técnica no se busca restaurar para ocultar, sino para resaltar la historia del coche. Es, desde luego, todo un cambio de mentalidad, ya que se tiene esa connotación de que los coches cuanto más nuevos mejor.

Pese a que todavía no está realmente extendida esta técnica milenaria japonesa, para lograr el efecto se podrían aplicar materiales contrastantes, como resinas coloreadas o incluso láminas doradas, alrededor de los defectos. Así, un rayón en la pintura se convierte en un “río dorado” que cruza la carrocería, mientras que un parachoques golpeado luce una delgada capa de resina plateada, en lugar de ser reemplazado por completo.

$!Cada vez irán existiendo formas novedosas de restaurar el coche en un taller

Del rechazo a la aceptación emocional

Aunque el Kintsugi está empezando a capturar la atención de entusiastas del motor, no todos están convencidos. Los puristas de la restauración consideran esta técnica una “afrenta” a la integridad original del vehículo. La restauración tradicional busca devolver al coche su aspecto de fábrica, sin marcas de uso ni imperfecciones, por ello es normal que esta técnica tan curiosa choque con los puristas. Sin embargo, aquellos que optan por el Kintsugi encuentran en estas marcas un valor emocional.

Este tipo de restauración pretende que cada cicatriz sea un recuerdo, en vez de buscar la perfección se ven las marcas y se recuerdan los momentos en los que sucedieron. Se podría decir que es como llevar un álbum de recuerdos en cada viaje, ya que el Kintsugi pretende que abracemos nuestras cicatrices y el pasado, taparlas solo es un símbolo de que queremos renegar de él, pero eso forma parte de la vida y de nuestra historia personal.

Un enfoque más sostenible y emocional

Otro de los aspectos en los que parece que el Kintsugi gana terreno es en la tendencia hacia la autenticidad y la sostenibilidad. Al no reemplazar cada parte dañada y dar protagonismo a los elementos “defectuosos”, los restauradores pueden mantener intacta una mayor parte del vehículo original, reduciendo la necesidad de piezas nuevas y prolongando la vida de materiales antiguos. Esto, sumado a su valor estético y emocional, parece ser el motor de su éxito.

$!Así es la técnica de restauración kintsugi que abraza las cicatrices

Esta técnica podría cambiar la percepción de lo que significa restaurar un vehículo. En lugar de borrar el pasado, lo integra y lo celebra. Pese a que no cuente con demasiada relevancia en nuestro país, por el momento, siempre es curioso y didáctico entender otras formas de restaurar un coche. De hecho, algo que sí se hace en España es convertir vehículos históricos o antiguos en coches eléctricos.

Cuantos más talleres se sumen a esta corriente, también serán más los apasionados por el motor que la sigan. El kintsugi demuestra que, a veces, las cicatrices son los emblemas más valiosos del viaje que cada coche ha recorrido.