Land Rover Defender: dispuesto a ensuciarse, pero con clase
Desde su lanzamiento en 2020, el Land Rover Defender ha cosechado tanta devoción como rechazo. No hay duda de que el paso del tiempo lo ha alejado del concepto de todoterreno indestructible. De su carácter rudo, aprovechado por trabajadores del campo o aficionados a las rutas 4x4, hemos pasado a un SUV de lujo, equipado con la última tecnología de la firma inglesa y una puesta a punto centrada en el confort. La esencia de la exclusividad ha dulcificado su silueta y diseño interior, pero su espíritu guarda más aventura de la que hablan los prejuicios.
El precio es la primera pista que nos ayuda a ubicar al Defender actual lejos de las exigentes actividades que cumplen las anteriores generaciones. Más de 100.000 euros para el modelo probado, con motor diésel 3.0 l de 6 cilindros en línea y 250 CV de potencia, 570 Nm de par máximo y 188 km/h de velocidad punta. Que Kendall Jenner, la hermana supermodelo de la influencer Kim Kardashian, sea propietaria de uno, es la confirmación del uso habitual que se espera de esta última hornada.
No es el primer todoterreno en sufrir esta evolución, forzada por su mercado objetivo. El Mercedes-Benz Clase G también ha sido adquirido por conductores que jamás pondrán sus cualidades off-road a prueba, pero tenerlas las tienen. Es más, compiten sin complejos contra un Toyota Land Cruiser, un Jeep Wrangler e incluso al Ineos Grenadier, que se creó como reivindicación de la desaparición del Defender auténtico.
Más electrónica, menos sensaciones
El diseño es, de lejos, el atributo más deseado y venerado del Defender. El modelo 110 D250 con el acabado X-Dynamic posee la cualidad de impresionar, incluso a aquellos que no sienten atracción por los automóviles. Al volante, su altura y amplitud genera una sensación de superioridad que convence a tu cerebro sobre su seguridad, como si fueras un conductor imparable y muy conectado.
La pantalla central es de 11,4 pulgadas e incorpora el software Pivi Pro, que mejora la velocidad y el procesamiento de este sistema.
El espacio interior es abrumado y, pese a ser la versión de 5 plazas, este Defender también está disponible en configuración de 6 plazas, de 7 plazas e incluso de ocho (2+3+3). Sin embargo, los 543 litros de maletero me parecen insuficientes para cumplir con las expectativas que genera el habitáculo.
Eso sí, la superficie del piso protegida, las tomas de corriente y la posibilidad de bajar la boca de carga, gracias a la suspensión neumática, lo compensan.
Un todoterreno caro, pero con motivos
Muchos os habréis parado a releer la frase anterior, y sí, la versión probada contaba con la suspensión neumática, que es opcional y que eleva la distancia máxima al suelo hasta los 291 mm (216 mm en la posición baja). De serie, todos los Defender incorporan el sistema de tracción total permanente, y el diferencial central bloqueable, además de la caja de cambios automática de 8 velocidades y la reductora. El diferencial trasero es otra opción.
Circular con este tanque, de más de 2.361 kilogramos es más fácil de lo que parece. Te sorprende la ligereza de su dirección, que no llega a ser falsa o imprecisa, así como el confort de rodadura a velocidades constantes. Eso sí, es un vehículo lento en reacciones, con un ángulo de giro de 13,1 grados y más de 3,00 metros de distancia entre ejes. Por suerte, maniobrar será coser y cantar gracias a las cámaras periféricas y 3D repartidas por la carrocería.
Para salir del asfalto con el nuevo Defender no hay que ser experto en off-road, él se encargará de todo gracias a los modos de conducción: confort, resbaladizo, roderas y barro, arena, piedras, y vadeo. Este último activa la recirulación del aire por el habitáculo y muestra el nivel del agua en la pantalla, con una profundidad máxima de 900 mm. La función «Clear Sight Ground View», que permite ver lo que sucede bajo el capó, es otra curiosidad del Defender.
El consumo no debería ser un problema para un comprador dispuesto a desembolsar el precio del Defender, que también está en versión gasolina y como híbrido enchufable. La variante probada, que monta un bloque diésel apoyado por tecnología microhíbrida de 48V, homologa un consumo de 8,6 l/100 km y 224 gr/km de emisiones de CO2.
En nuestro viaje de Barcelona a Madrid, a velocidad máxima de la vía y sin el programador de velocidad, se mantuvo sobre los 9,2 l/100 kilómetros, pero lo bajamos a 8,5 l/100 km por las zonas periféricas de las ciudades. Y sí, luce el distintivo ECO de la DGT.