Prueba Alpine A110 S: su razón es la diversión
Probamos la variante más picante del deportivo biplaza, un modelo poco común que eleva su esencia y transmite auténtica pasión al conductor.
Escribir sobre la prueba del Alpine A110 S implica mucho más que transmitir, mediante un texto, sus prestaciones, evoluciones tecnológicas y mejoras en su chasis. Este biplaza representa a la perfección aquello que vamos a perder con la imposición de la electrificación y los distintivos ambientales. Es un unicornio, una rareza entre tanta eficiencia y sostenibilidad que prioriza la diversión y la emoción al volante, exprimiendo cada uno de tus sentidos. Así que, dado que es un modelo diferente, vamos a escribir una prueba algo distinta basándonos en los apartados del tacto, el oído, el gusto, el olfato y la vista.
El legado del Alpine de los 70 está protegido en este nuevo deportivo, pero no solo eso. Rendir homenaje al pequeño biplaza de chasis de acero tubular es una responsabilidad que han cubierto con sobresaliente, alcanzando una posición en la que rivalizan con un modelo de la talla del Porsche 718 Cayman. También podríamos compararlo con el recién presentado Toyota GR86, porque el Mazda MX-5 se queda algo corto en cuanto a potencia y dinamismo. Todos ellos comparten un motivo de ser: la afición por conducir. No son coches coherentes, funcionales y versátiles, están pensados para un fin y te lo vamos a contar.
Vista
No voy a negar que el tono Naranja Fuego de la unidad probada me descuadró en un inicio, acostumbrada como estoy a ver el Azul Alpine o el Blanco Irise. Son 1.963 euros extra por esta tonalidad que no te dejará pasar inadvertido y a la que fui cogiendo cariño con el paso de los minutos. El Kit Aero me impactó desde el principio y no solo tiene una función estética, también mejora la carga aerodinámica de un coche que solo pesa 1.184 kilogramos. Las llantas GT Race de 18 pulgadas de la unidad probada cuestan 779 euros.
Las formas clásicas de este moderno deportivo no necesitan presentación, con los icónicos faros redondos en su frontal de pocas aristas y capó estilazo. Un portón que guarda un espacio para dos maletas de mano, además del minúsculo maletero posterior. Efectivamente, el motor está colocado en posición central trasera (transversal) y esa ubicación es clave para otro sentido: el oído.
Por cierto, en su interior encontramos una pantalla de infoentretenimiento de 7 pulgadas compatible con Apple CarPlay y Android Auto mediante cable, un sistema algo anticuado que compensa con el modo Alpine Telemetrics. En este menú encontrarás la información de la presión de soplado del turbo, el par motor y las temperaturas de la transmisión, aceite y neumáticos.
Oído
Muchos compañeros me habían hablado del sonido gutural de los escapes del Alpine A110 S y no les faltaba razón. Ya en el “cold start” promete dar guerra y, en cuanto activas el modo Sport en el volante, la razón da paso al corazón. En plena era de la electrificación, escuchar un petardeo al ahuecar el pedal o reducir las marchas, con las levas fijas y enormes tras el volante, es como volver a la felicidad de la infancia y, aviso, es adictivo.
Pero no escuchas solo eso, también oyes a tus espaldas el trabajar del turbo para que su bloque 1.8 de 300 CV sobre las 6.300 rpm adquiera el oxígeno necesario. Ese silbido que solo a unos pocos nos eriza el bello, al tiempo que nos invita a seguir acelerando con calma para disfrutar un poco más de ese momento. En cualquier caso, volver a bajar marcha y aprovechar los 340 Nm de par máximo entre las 2.400 y 6.000 vueltas es una alternativa que tampoco está nada mal (tono irónico) y permite a este peso pluma acelerar de 0 a 100 km/h en solo 4,2 segundos.
El cambio combinado con este motor, heredado del Mégane R-S, es un automático de doble embrague y siete marchas. Puedes activar su función manual, pero sus reacciones eran muy parecidas a las mías, excepto por la búsqueda constante de ese petardeo melódico del que os hablé anteriormente.
Olfato
El interior del Alpine A110 S transmite a cualquiera de nuestros sentidos, pero nos quedaremos con el olfato por el olor a Alcantara, que es único y que está inevitablemente ligado a los coches deportivos. Este tejido está repartido por todo el habitáculo, desde el volante con el diseño achatado en la parte inferior, en el panel central con selector de marcha y botón de encendido, el salpicadero y, como no, en los asientos tipo baquet Racing Sabelt de la edición S. Me ha gustado especialmente la sujeción de estos, dado que soy bastante pequeña y me he sentido bien fijada, pero también la posición ultrabaja de estos.
Otro de los olores que te llegarán tras un tramo de excitación con este biplaza francés es el de los frenos. Es complicado llegar a fatigarlos en carretera, algo que sí imagino en un circuito, pero su efectividad y capacidad de frenada te invita a ponerlos al rojo vivo. El sistema firmado por Brembo se compone de discos de 320 mm en ambos ejes, más que suficientes para detener al A110 S cuando y como quieras si aprietas el pedal con ganas.
Tacto
Fijar los dedos al fino volante del A110 S es una invitación que luego cumple a la perfección su dirección, franca y efectiva pese a un ligero subviraje que aparece al entrar demasiado rápido en una curva. No va a ser problema, porque los neumáticos Michelin Pilot Sport Cup 2 agarran sin contemplaciones y el tarado firma de la suspensión clava el coche en el asfalto como una lapa.
Muchos pensamos en las manos cuando hablamos del tacto, pero conduciendo hay más piel sensible en nuestro cuerpo. Sentir cada rotura de la carretera, cada piedra suelta y cualquier reacción del coche en tu trasero te otorga una información privilegiada, de la que hacer uso para ir a una velocidad pasmosa en un tramo de curvas. En esta actualización del A110, se ha apostado por unos muelles un 50% más rígidos, así como la instalación de barras estabilizadoras y una altura 4 milímetros más baja respecto al suelo. Todo ello lo hacen más ágil, deportivo y dinámico que el anterior, del que ya tenía unos recuerdos excelentes.
Gusto
Existen estudios que aseguran que los humanos mordemos a nuestras parejas por un deseo incontrolable de pasión. Son brotes emocionales que gestionamos con ese cariñoso gesto y que, si no fuera por lo duro de la carrocería del Alpine A110 S, seguro que más de uno lo tendría con él.
La salivación que produce ver este vehículo aparcado en el garaje tiene que ver con la promesa de su conducción, una diversión asegurada que tiene un coste de 83.370 euros para la versión probada con sus extras. Actualmente, la gama Alpine se vertebra en los acabados: Alpine A110, A110 GT, A110 S, A110 Enstone Edition y A110 R.